En su primera película como directora, Requisitos para ser normal, la actriz Leticia Dolera reflejaba una costumbre que, aunque parezca de lo más extraña, bastantes personas practican. Es el llamado «horno holandés», que consiste en soltarse una ventosidad en la cama y sumergirse bajo las sábanas para recrearse oliendo su fétido aroma. Suena bastante asqueroso, para que negarlo. Pero quienes lo practican se justifican diciendo que ese hábito puede resultar saludable.

Dicha creencia nace de un estudió realizado por la Universidad de Éxeter, que reveló que algunos de los componentes de nuestros pedos, como el sulfuro de hidrógeno pueden ser beneficiosos a la hora de prevevir ataques al corazón o enfremedades como el cáncer. La clave, al aparecer, está en uno de los componentes de dicho gas, el AP39 que, en pequeñas cantidades, sirve para reparar los daños mitocondriales de las células.

La mitocondria produce la mayoría de la energía en una célula, y si es dañada no podrá controlar la inflamación, lo que provocará su muerte. Y, lo que los autores del estudio han descubierto es que, para evitarlo, las enzimas de dicha célula producen pequeñas cantidades de sulfuro de hidrógeno que la mantienen viva.

Por supuesto, el sulfuro de hidrógeno está presente en nuestras flatulencias, pero ¿eso significa que olerlas nos puede ayudar a prevenir las enfermedades antes citadas? Los autores del estudio no lo saben con seguridad. Los resultados que han observado se han producido únicamente en casos en que ese gas es producido naturalmente por las propias células así que, inhalarlo, podría no servir para nada más que para pasar un mal rato.

Vicente Fernández López