No se muy bien que nos han dado con la cena de anoche, pero esta mañana nos hemos levantado un tanto escatológicos, y con esta extraña pregunta rondándonos por la cabeza. Pero, ¡que levante la mano quien no se la haya hecho en alguna ocasión! La coprofagia no es algo extraño en la naturaleza. Se da de forma habitual en muchos insectos, como los escarabajos, y de forma ocasional en algunas especies de animales como los elefantes, los gorilas o los conejos.

En el caso de los seres humanos, la coprofagia entra dentro de la categoría de las parafilias y, tal y cómo en una ocasión afirmó el crítico gastronómico Mikel López Iturriaga, es probablemente el último gran tabú alimenticio de nuestra especie. Podemos animarnos a comer insectos, a ingerir alimentos sacados del más costroso cubo de la basura e, incluso, en caso de extrema necesidad, somos capaces hasta de comernos la carne de nuestros muertos. Pero, lo de devorar heces, ya sean propias o ajenas, parece una frontera infranqueable para la gran mayoría de nostros. ¡Antes muertos de inanición!

Pero, ¿sería perjudicial para nuestra salud comer excrementos? Según Parul Agarwal, profesor de Hepatología y Gastroentorología de la Universidad de Wisconsin, comer nuestros propios residuos orgánicos, en principio, no tendría que ser nocivo parala salud siempre que estemos sanos y no estén contaminados con sustancias tóxicas. ¿Y si comiéramos los de otra persona? Pues un poco lo mismo. Si la persona está sana, en principio no habría ningún riesgo grave. Pero, en el caso, contrario, la ingesta de heces puede ser la vía perfecta para transmitir bacterias como la e-coli, o contagiarse de enfermedades como la hepatitis.

Por otra parte, según explica Lars Eckman, de la Universidad de San Diego, en California, el valor nutritivo de las heces es bastante bajo, aunque casi siempre conservan una cantidad mínima de nutrientes que no han sido procesados por el organismo.

Actualmente, se habla mucho de los beneficios para la salud humana que tienen los trasplantes fecales. Incluso, en algunas ocasiones se ha llegado ha suministrar a pacientes suero con cantidades microscópicas de heces disueltas en el líquido, para tratar hemorragias intestinales. Pero, claro, otra cosa muy diferente es comérselas «a palo seco», acompañadas por… ¿qué tipo de guarnición se le puede poner a un plato así?

En definitiva. Puede que su ingesta ocasional no sea realmente perjudicial para nuestra salud. Pero dado su escaso aporte nutricional y el asco que nos producen a la mayoría, mejor seguir comiéndonos un buen filete o un buen pescado. ¿No les parece?

Vicente Fernández López