En total 39 científicos de 16 instituciones han estado involucrados en el desarrollo de lo que los expertos llaman el «santo grial» de la investigación biónica. La interfaz máquina cerebro se compone de un electrodo colocado en un estent: un estentrodo, mezcla de estent y electrodo, que se implanta dentro de un vaso sanguíneo en el cerebro y registra la actividad neuronal relacionada a la utilizada para mover las extremidades a través de un exoesqueleto o controlar miembros biónicas.
El nuevo dispositivo tiene el tamaño de un imperdible y se implantará en la primera prueba en humanos en el Hospital Royal Melbourne en 2017. El estentrodo es capaz de grabar señales de alta calidad emitidas desde la corteza motora del cerebro, sin necesidad de cirugía cerebral abierta. “Hemos sido capaces de crear el único dispositivo mínimamente invasivo del mundo – explica Thomas Oxley, neurólogo en el Royal Melbourne Hospital y uno de los líderes del trabajo – que se implanta en un vaso sanguíneo del cerebro a través de un simple procedimiento, evitando la necesidad de cirugía cerebral abierta de alto riesgo. Nuestro objetivo es devolver la función y la movilidad a los pacientes con parálisis completa mediante el registro de la actividad cerebral y la conversión de las señales recibidas en comandos eléctricos, que sirvan a su vezpara mover un dispositivo de asistencia como un exoesqueleto. En esencia, se trata de una médula espinal biónica”.

El derrame cerebral y las lesiones de la médula espinal son las principales causas de discapacidad, que afecta a 1 de cada 50 personas. Se ha demostrado que el estentrodo es seguro a largo plazo.“A través de nuestro estudio preclínico – explica Clive May, también desarrollador del dispositivo – hemos sido capaces de grabar con éxito la actividad cerebral durante muchos meses. La calidad de la grabación mejoró a medida que el dispositivo se incorpora en el tejido”.
El profesor Terry O’Brien, de la Universidad de Melbourne y también firmante del trabajo publicado en Nature Biotechnology, concluye que “el desarrollo del estentrodo ha sido el «santo grial» para la investigación biónica. Poder crear un dispositivo capaz de registrar la actividad de las ondas cerebrales durante largos períodos de tiempo, sin dañar el cerebro es un avance increíble en la medicina moderna. Potencialmente también sería posible utilizarlo en pacientes con epilepsia, Parkinson y otros trastornos neurológicos”.

Juan Scaliter