La globalización, tanto del transporte de personas y mercancías, como del clima, que permite campar a sus anchas a plagas transmisoras de enfermedades donde antes la temperatura se lo impedía, o la resistencia de los virus a los medicamentos, son un caldo de cultivo excelente para una nueva pandemia mortífera. Ahora bien, ¿cuáles son los candidatos para esta nueva epidemia mundial? Los expertos creen que tienen más probabilidades las cepas mutantes de especies de microbios familiares, y en este sentido, la gripe,el cólera o la tuberculosis tienen muchos boletos.

En este sentido, tan sólo hay que mirar a la historia. Por ejemplo, la injustamente conocida como “gripe española” (se cree que surgió en Kansas en la Primera Guerra Mundial, fue llevada por las tropas americanas a Europa, y se transmitió al mundo en tres oleadas posteriores) se creó a partir de una nueva cepa de este virus, y causó la muerte de más de veinte millones de personas entre 1918 y 1919.

Asimismo, las grandes enfermedades mortales históricas se han formado a partir de los microbios que viven en otras especies, en su gran mayoría de sangre caliente: los mamíferos y, en menor medida, las aves. Los investigadores han encontrado al menos 868 agentes patógenos humanos que infectan a los animales y los seres humanos.

Por ejemplo, enfermedades como el sida, el dengue, la hepatitis B, la fiebre amarilla o el paludismo surgieron de los primates. Y los expertos también recuerdan que el enemigo podría estar en casa: los agentes patógenos emergentes podrían crearse en animales domésticos, tanto de “toda la vida” (rabia de nuestros perros, toxoplasmosis de nuestros gatos, o psitacosis de nuestros loros) como de los más novedosos y exóticos.

Por otra parte, los epidemiólogos temen también las nuevas enfermedades de transmisión sexual, que, una vez introducidas, pueden ser muy difícil de controlar, como ya ha demostrado el sida.

Redacción QUO