Llegas de pasar una noche estupenda con los amigos y ahí está, la pizza del mediodía mirándote desde la encimera. Como era de esperar, le hincas el diente sin tan siquiera esperar a calentarla. ¡Error! Según una nueva investigación realizada con ratones, comer tarde puede dañar la memoria y convertirte en uno de los hostiles parientes de Gizmo.

Bromas aparte, esto es lo que ha observado un equipo de investigadores de la Universidad de California que, en un estudio publicado en eLife, explica cómo el comer a horas intempestivas e irregulares altera el hipocampo del cerebro, área responsable de la memoria y el aprendizaje.

Para llegar a estas conclusiones, los científicos trabajaron con ratones. Primero les enseñaban un objeto desconocido para ellos y después les daban de comer como a los gremlins, a la hora prohibida: a partir de las doce de la noche. Así fue como se percataron de que los roedores, después de disfrutar de un plácido sueño en su jaula, tenían dificultades para recordar el objeto que se le había enseñado horas antes. Algo que no ocurrió cuando a los ratones se les alimentó en un horario normal.

Según explican los investigadores, un horario de comida irregular reduce la actividad del hipocampo. Y no solo eso, también desincroniza el funcionamiento con el núcleo del hipotálamo, algo de gran importancia para nuestro sistema circadiano.

Fuente: sciencedaily.com

Redacción QUO