Nunca. Probablemente tendremos que convivir permanentemente con nuestro apéndice, nuestros dedos de los pies, nuestro coxis y todas las demás reliquias de la evolución. La muela del juicio puede desaparecer, pero otros cambios significativos, como la pérdida de un apéndice (dientes incluidos) llevarían millones y millones de años. Quién sabe si la raza humana vivirá tanto tiempo. Es más, la mayoría de nuestros vestigios aparentemente inútiles nos son de utilidad.

El coxis o rabadilla «es un punto de ensamblaje de un cierto número de músculos de la pelvis. Lo necesitamos para la locomoción erguida. Sería catastrófico si lo perdiéramos», dice Kenneth Saladin, anatomista y fisiólogo de la Universidad Estatal de Georgia. El apéndice, que había ayudado a nuestros lejanos antepasados a digerir la hierba, ha evolucionado lentamente para cumplir otro propósito. Las investigaciones han demostrado que el apéndice actúa como una especie de «piso franco» para los muchos microbios que contribuyen a la digestión.

Redacción QUO