Para el ser humano, los dientes conocidos como tercer molar -los últimos de un grupo de dientes que trituran la comida para convertirla en una bola fácilmente digerible-, tienden a amontonarse en la boca de los adultos y requieren ser extirpados. Pero el resto de los mamíferos sí parecen tener sitio para las «muelas del juicio», al igual que los neardentales y otros homínidos, dice el biólogo evolucionista Leslea Hlusko, de la Universidad de California, Berkeley. Así que, ¿por qué estos dientes nos causan tanto dolor?

La genética juega un papel importante en la forma y el tamaño de la mandíbula, pero su desarrollo también depende de la masticación que hayamos practicado durante la infancia, añade Hlusko. El hecho de que cocinemos la comida en lugar de arrancarla a dentelladas hace que la masticación sea más fácil. Como resultado, nuestras mandíbulas se han ido encogiendo en relación a las de nuestros antepasados preagrícolas, así que nos cuesta acomodas las tres series de molares.

Redacción QUO