Este rumor se remonta a inicios del siglo XX, cuando fue perpetuado por los gurús de la autoayuda que prometían expandir la capacidad mental de sus lectores. Pero, como tantas otras cosas prometidas por los charlatanes (lo siento, pero esa loción no va a hacer que te crezca más pelo), es falso.

«No hay duda alguna», afirma Marcus Raichle, neurólogo y profesor de radiología en la Washington University de Saint Louis, «estamos utilizando cada pequeño rincón«.

Incluso mientras dormimos o miramos la tele, el cerebro está quemando una sorprendente cantidad de energía comparada con su tamaño. Si el cerebro representa solo un 2 por ciento del peso corporal, equivale al 20 por ciento de la energía consumida. La mayor parte de ella, no obstante, se utiliza para tareas distintas al pensamiento.

La mayor parte de la energía cerebral se utiliza para el mantenimiento básico y para la comunicación entre neuronas. El resto se dedica a preparar el cerebro para recibir información y hacer predicciones basadas en experiencias del pasado. Por ejemplo, en lugar de explorar la nevera cada vez que queremos beber leche, podemos dirigirnos directamente al compartimento donde la habíamos dejado por última vez, porque el cerebro ha trabajado duramente para guiarnos. Eso nos ayuda a manejar la enorme cantidad de detalles con los que topamos diariamente.

Redacción QUO