Si bien el sueño es «un estado de reposo uniforme de un organismo», sentimos decirte que el día Mundial que se celebra el 16 de marzo no es para que ‘te tires a la bartola’ sino para dar visibilidad a los trastornos del sueño, una afección que repercute sobre el 40% de la población española alterando negativamente su calidad de vida.

Según informa el Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN), «aproximadamente el 30% de la población sufre algún tipo de patología del sueño y un 4% lo padece de forma crónica«, unas cifras que según advierten los expertos se han incrementado a consecuencia de las fuertes situaciones de estrés que la crisis económica ha dejado sobre muchas familias.

Alteraciones del sueño o parasomnias

Las alteraciones del sueño y trastorno de la conducta durante el mismo se conoce como parasomnia. En ellos, se producen «episodios breves o parciales de despertar, sin que se produzca una interrupción importante del sueño ni una alteración del nivel de vigilia diurno«. Según el neurólogo Antonio Yusta Izquierdo, neurólogo del Hospital USP San Camilo de Madrid, «la alteración del sueño más prevalente es el insomnio, que llega a afectar a un 20% de la población de manera crónica». Afirma que solo debe tratarse en el caso de que esto afecte a la hora diurna y no solo por el nerviosismo de pensar que no se duermen las horas suficientes. ¿Y cuántas horas serían suficientes? «La cantidad de sueño que necesita una persona es muy particular y varía según la edad. En niños recién nacidos puede ser de hasta 20 horas y muy fragmentadas; en la madurez suele estar entre 6 y 8 horas; y en la ancianidad entre 6 y 7, volviéndose a fragmentar el sueño”. Otras parasomnias habituales son: el terror nocturno, el habla durante el sueño, calambres, sonambulismo, bruxismo, pesadillas, parálisis del sueño o la enuresis nocturna.

Por otro lado, según la clasificación internacional, además de las parasomnias y de los asociados con procesos médicos o psiquiátricos, existen los trastornos intrínsecos del sueño y los extrínsecos, así como trastornos derivados del ritmo circadiano del sueño, que es una de las causas más frecuentes del insomnio. Hay personas que tienen el ritmo circadiano ‘adelantado’ al de la media de la población y otras retrasado..

Las apneas es una de las patologías de sueño más común entre las personas que experimentan somnolencia diurna excesiva. Las personas que la padecen pierden, durante al menos 10 segundos, la respiración durante el sueño, lo que provoca que los niveles de oxígeno en sangre bajen y que el cerebro se active para que podamos volvamos a respirar. Los episodios de apnea, en algunos casos, pueden ser muy frecuentes durante la noche y hacen que el sueño no sea completo, sino superficial y fragmentado. En los países desarrollados, la apnea del sueño afecta a un 2-4% de la población, tanto adulta como infantil. Varones de edad madura con sobrepeso y mujeres que ya han pasado la menopausia, son los grupos poblacionales en los que se presenta una mayor incidencia. Por su parte, según asegura el SEN, «hasta un 90% de los pacientes con apnea del sueño no están diagnosticados». Por otro lado, «el 63% de las personas con problemas cerebrovasculares experimentan un alto índice de apneas durante la noche.»

Según explica la neuróloga Montserrat Pujol, «Los accidentes cerebrovasculares son la segunda causa de mortalidad y de demencia en nuestro país y la primera de discapacidad en el adulto. Puesto que la relación entre apnea y los accidentes cerebrovasculares está claramente ligada, consideramos que identificar y tratar adecuadamente a estos pacientes es algo primordial”.

La narcolepsia-cataplejía se refiere a las alteraciones de las fases del sueño. Es decir, si cuando estamos despiertos aparece la atonía muscular –hipotonía-, signo característico de la fase REM del sueño, hablaremos de cataplejía. Si lo que ocurre es que de forma repentina aparece una somnolencia intensa y pasamos rápidamente de estar despiertos a estar dormidos en la fase REM, hablaremos de narcolepsia. Esta afección que repercute sobre un 0,2% de la población, desestructura el sueño y se caracteriza porque, «en ocasiones; el paciente no puede mover ningún músculo de su cuerpo -excepto la respiración y para mover los ojos- al final del sueño (parálisis del sueño), o sufre alucinaciones, como si soñase despierto, nada más tumbarse en la cama por la noche o antes de levantarse por la mañana (alucinaciones hipnagógicas o hipnopómpicas)». Según el Dr. Yusta, “Esta enfermedad tiene un componente genético y con el tratamiento adecuado tiene muy buen control de los síntomas”.

Consejos para una buena higiene del sueño y dormir bien

Según aconseja la Sociedad Española de Neurología, realizar deporte, llevar una vida activa, no realizar comidas copiosas y evitar las bebidas estimulantes, sobre todo antes de la hora de dormir, llevar un ritmo de vida regular manteniendo estables los horarios de sueño y comidas, podrían ser buenas costumbres para evitar trastornos en el sueño.

Por su parte, Yusta insiste en «que sea cual sea la patología que se padezca, hay que evitar siempre la automedicación, ya que el abuso crónico puede tener importantes efectos secundarios«. El consejo no es baladí. Según las conclusiones de un estudio llevado a cabo en 10.526 pacientes que toman somníferos en EEUU realizado por el Centro del Sueño de Viterbi de California y el Jackson Hole Center for Preventive Medicine de Wyoming, el consumo de hipnóticos eleva la mortalidad 4,6 veces.

Redacción QUO