Parece que la chía es una más de las recién llegadas a la nueva gastronomía de los superalimentos. Pero estas semillas, pertenecientes a la familia de la menta, formaron parte de la dieta básica durante miles de años en las antiguas civilizaciones maya y azteca.

La Clínica Mayo la ha incluido como ingrediente saludable en la dieta por su aporte en vitaminas, minerales y ácidos grasos que ayudan al organismo a combatir las grasas. Ayudan, por tanto, al control del peso. Su contenido en fibra favorece el proceso digestivo y modera el apetito por su efecto saciante. Son ricas en Omega 3 y antioxidantes. Además, están exentas de gluten.

 

Cropped Hand Of Person With Breakfast On Table

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Su sabor recuerda al de la nuez, pero no alteran el sabor del plato. Admite muchas variantes culinarias en su preparación, aunque su presentación más habitual es en sopas, ensaladas y bebidas calientes. Con el té forma un excelente maridaje. “Dos cucharadas de semillas de chía en un plato suponen un aporte extra de 4 gramos de proteína, 10 de fibra y 140 calorías”, dice Anya Guy, dietista de la Clínica Mayo y experta en nutrición.

Un puñado de estas semillas contienen cinco veces más calcio que un vaso de leche, el triple de antioxidantes que los arándanos, tres veces más hierro que las espinacas, el doble de proteína que cualquier verdura y más potasio que un plátano.

“Son pequeñas, redondas, negras, y generalmente se encuentran en bolsas, próximas a la sección de panadería”, indica Guy. Recuerda, además, que se pueden tomar enteras porque la capa exterior es muy fina. «Las semillas de chía son una proteína completa, lo que significa que tienen los nueve aminoácidos esenciales que el cuerpo no puede producir. Su consumo habitual es un gran beneficio para la salud», concluye.

Marian Benito