Algunas personas que viajan con frecuencia en avión la utilizan pero la eficacia de la aspirina “no está demostrada”, asegura José Luis Rodríguez Hermosa, neumólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Para prevenir este síndrome, lo mejor es hacer ejercicios con las piernas. Si se viaja en avión, se puede subir las rodillas con la espalda pegada en el respaldo, y si el espacio no lo permite, pueden hacerse inspiraciones profundas para acelerar la circulación.

También hay otras alternativas, pero puestos a tomar algún medicamento preventivo, Rodríguez Hermosa es partidario de “utilizar anticoagulantes como la heparina, antes y después del viaje”. También desaconseja tomar sedantes porque durante el sueño puede quedarse en una postura incómoda que facilite la aparición del síndrome.

Uno de cada 6.000 viajeros en avión sufren una trombosis venosa profunda. Están más expuestos a ella las personas obesas, las embarazadas y las personas que por su altura tienen dificultades para moverse en los escuálidos espacios del asiento de un avión, las mujeres que toman anticonceptivos orales o los que tienen problemas de coagulación. La mayor dificultad es que en muchas ocasiones el síndrome no se diagnostica.

Los síntomas pueden aparecer días después del viaje. Incluso puede confundirse con un simple hormigueo en las piernas, muy frecuente entre los viajeros de avión. El síntoma que delata una trombosis es hinchazón, dolor y calentamiento de la pierna, “que adquiere un tono azulado, indicativo de que el trombo está obstruyendo el retorno venoso”, explica el doctor Rodríguez Hermosa.

Redacción QUO