Vaya por delante la cruda conclusión científica: los míticos atracones de sueño para recuperar lo que te dejaste entre semana viendo series hasta las tantas, trabajando en busca de ese ascenso que no llega o atendiendo los rigores, adultos o infantiles, del hogar, no te van a servir de mucho. Prácticamente, de casi nada.

No lo decimos nosotros, lo dice la ciencia en uno de los trabajos publicados en Current Biology a finales de febrero de este año. “La recuperación a placer durante el fin de semana”, afirma Kenneth Wright, de la Universidad de Colorado Boulder y coautor del estudio, “no parece ser una estrategia efectiva para revertir el efecto de las interrupciones del metabolismo inducidas por la pérdida de sueño”. Traducido, a efectos de nuestro organismo, apostar por estas medidas viene a ser igual de efectivo que colocar a Solari en el banquillo del Real Madrid. Poco más que un caos, en este caso, metabólico.

¿Se recupera el sueño?

Para poder concluirlo, Wright y su equipo reclutaron a adultos viejóvenes y los repartieron al azar en tres grupos de sueño. El primero disponía de nueve horas ‘limpias’ para dormir cada noche durante nueve noches. El segundo solo tenía cinco horas durante ese mismo período mientras que el tercero durmió cinco horas durante cinco días, disfrutó de la cama tanto cuanto quiso el sábado y el domingo antes de regresar a otros dos duros días de sueño restringido.

El estudio demuestra que en los dos grupos con un sueño limitado se registraron visitas furtivas a la nevera después de la cena y un consiguiente aumento de peso en el periodo analizado. Además, en el caso de los que podían ‘recuperar’ en el fin de semana, se observa que ese pequeño placer tan solo les permitió aumentar en una hora el tiempo de sueño con respecto a lo que habían hecho durante los cinco días previos, retrasando significativamente el inicio del sueño cuando regresó a sus vidas el periodo de castigo. O sea, todo mal.

“Este informe viene a corroborar algo que siempre se había oído, que el sueño no se recupera”, afirma Ana Santos, psicóloga en ASENARCO, la Asociación Española del Sueño. Su trabajo en esta asociación aragonesa de autoayuda creada por enfermos que padecen trastornos del sueño consiste en desentrañar los problemas psicológicos que puede haber detrás de una mala noche tras otra.

“Muchísima gente acude al médico de cabecera por sus trastornos del sueño y acaba tomando pastillas para dormir durante años cuando quizá ese problema lo puede resolver una atención y un trabajo psicológico apropiado”. Dormir mal puede depender de muchos factores pero, en opinión de la psicóloga de ASENARCO, “los hábitos y las preocupaciones de las personas son clave y, en este sentido, el tópico de consultar los problemas con la almohada ha hecho mucho daño”.

La situación, llegados a este punto, es la siguiente. Desde Colorado nos confirman que el sueño no se recupera mientras que desde Aragón nos señalan que una mala praxis del noble arte del dormir puede condenarnos a vivir las noches como los días, con los ojos abiertos. Si esto es así, que lo es….

¿Qué podemos hacer para recuperar el sueño?

Bien, está el clásico de las siete horas de sueño para una vida plena. Todos hemos escuchado este mantra alguna vez al mismo tiempo que en nuestra cabeza se activaba una calculadora mental que nos repetía machaconamente “con este ritmo de vida eso es imposible”. Los expertos como Ana Santos lo saben y por eso nos tranquilizan. “Las siete horas son complicadas de cumplir, pero recomendables. Con todo, lo mejor es observar tu cuerpo y dormir lo que te pida para estar descansado”.

Además de conseguir un buen balance entre horas activas e inactivas, es muy recomendable buscar una buena calidad de sueño y evitar las típicas interrupciones de whatsapps de última hora o del vistazo final a las noticias del día sobre el procés o las elecciones. “El efecto viene a ser igual que si pones a cargar un móvil y no paras de quitarle el cable una y otra vez, al final ni se carga ni funciona correctamente”, ilustra Santos.

Si recordáis, el estudio de la Universidad de Colorado Boulder apuntaba como uno de los efectos más evidentes del sueño discontinuo el aumento de peso. Explicado por la psicóloga de ASENARCO, “en estas situaciones uno engorda no solo por estar activo, si no porque tu cerebro registra la falta de energía y te pide comer, generalmente dulce, para recargarse”. Seguramente por ello, los mandamientos de la llamada higiene del sueño aparece remarcan la necesidad de mantener una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras, y baja en grasas y excitantes, para asegurar el disparo cada noche y evitar caer en la visita a oscuras a tu despensa.

Un buen trabajo combinado en todos los factores anteriores puede llevarnos al éxito durante las noches. Ya, ya sabemos que es más fácil seguir creyendo que un atracón en el finde nos ayudará a reparar la falta de sueño entre semana que intentar cumplir con las recomendaciones de los que más saben pero, viendo que esto no es así, ¿qué tal si hacemos caso a los expertos? Buenas noches… y buena suerte.

Redacción QUO