Contar con unos niveles adecuados de Vitamina D (también conocida como calciferol) es fundamental para nuestra salud. Se trata de una vitamina peculiar, ya que se comporta como una hormona y maneja el calcio que absorbemos de los alimentos (como la leche o el huevo) y del sol para fijarlos en los huesos. Además, esta vitamina también está directamente relacionada con el desarrollo de los músculos y el sistema inmunológico de nuestro organismo.

Sin embargo, los índices de déficit de Vitamina D parecen no ser los suficientes en determinadas poblaciones. Según los últimos datos, más de mil millones de personas en todo el mundo cuentan con déficit de Vitamina C. Y esto incluye a España, a pesar de ser ‘el país del sol’ donde, curiosamente, la cifra de personas con déficit de esta vitamina es mucho mayor que si la comparamos con otros países del norte de Europa (con menos horas de sol).

Muchos son los estudios realizados en los últimos años que tratan de analizar la importancia de la Vitamina D para nuestro organismo, y de cómo su carencia nos puede afectar. Algunos de ellos apuntan a que un déficit importante de Vitamina D (o hipovitaminosis d) puede llegar a afectar a nuestro cerebro de forma notable. Hay quienes aseguran que esta carencia puede relacionarse con una reducción de la memoria y el deterioro cognitivo. Otros, incluso llegan a encontrar relación entre el déficit de Vitamina D y el cáncer, o con ciertas enfermedades mentales, como la esquizofrenia o la depresión.

¿Tanto nos puede llegar a afectar? ¿Qué cambios provoca en nuestro cerebro un déficit de Vitamina D?

Según apuntan los expertos, un déficit de Vitamina D puede influir negativamente en nuestro envejecimiento neuronal, acelerándolo y provocando un envejecimiento prematuro.

Los síntomas que esta carencia puede provocar no siempre son fácilmente reconocibles: dificultad a la hora de concentrarnos, de razonar de procesar información; pérdida de memoria, dificultad para establecer conclusiones, baja resistencia al estrés, cansancio generalizado, debilidad, etc.

Un estudio realizado por la Universidad de Cambridge demostraba que individuos que presentaban niveles bajos de Vitamina D mostraban peores resultados en pruebas de agilidad mental que otros participantes con niveles adecuados de esta vitamina. Por ello, no es raro relacionar la falta de esta vitamina con una menor productividad, creatividad, etc.

¿Qué hacer pues para evitar esta carencia o recuperar los niveles normales de Vitamina D? Tres son los aspectos básicos a tener en cuenta, según los expertos:

Salir al exterior y procurar tomar el sol al menos durante media hora diaria (evitando las horas centrales).

Cuidar nuestra alimentación. Algunos alimentos que no deben faltar: huevos, leche, queso, legumbres, brócoli, salmón, atún, sardinas…

Realizar controles o analíticas cada año para comprobar el nivel de Vitamina D. En caso de existir un déficit, será el especialista médico el encargado de recomendar un complemento vitamínico adecuado que ayude a conseguir unos niveles adecuados.

Belén Robles González