Tal y como señala la Clínica MD Anderson Cancer Center, la inmunoterapia (uno de los nuevos tratamientos para el cáncer que estimula las defensas naturales del cuerpo a fin de combatir el la enfermedad) sólo es eficaz en un 15-30% de los pacientes oncológicos a los que se les administra. Si a esta estrategia terapéutica le sumamos la administración de virus oncolíticos en el interior del tumor primario y/o de las metástasis, podríamos aumentar notablemente la eficacia de la inmunoterapia intravenosa y reducir sus efectos adversos.

Esta administración de virus onocolíticos es lo que conocemos como Viroterapia. Pero, ¿en qué consiste exactamente?

Según los expertos, se trata de intentar frenar o acabar con el tumor cancerígeno inyectando directamente en él (ya sea primario o metástasis) virus oncolíticos (un tipo de virus que infecta y descompone las células cancerosas, tumorales, sin afectar a las células sanas). El virus inyectado actúa alertando a nuestro sistema autoinmune sobre la presencia del tumor, de la enfermedad. Se trata de “despertar” a nuestro organismo y hacerle saber que la enfermedad está ahí, y que tiene que atacar.

La viroterapia a lo largo de la historia

Uno de los primeros trabajos relacionados con viroterapia fue la investigación del cirujano estadounidense William Coley quien, en 1891, inyectó a un paciente de cáncer el virus de la erisipela (una infección bacteriana de la capa superior de la piel y de las vías linfáticas) directamente en el tumor. Y esto lo repitió durante varios meses. El paciente (un italiano de 35 años que solo contaba con unas pocas semanas de vida) consiguió vivir 8 años más. Es lo que se conoce hoy en día como “Las toxinas de Coley”. Pero la aparición de otras terapias como la Quimioterapia y la Radioterapia hicieron que la Viroterapia perdiera popularidad.

En las décadas de los 40 y 50, virus como el de las paperas, la hepatitis o el Nilo Occidental (un tipo de virus frecuente en África, Europa, el Oriente Medio, América del Norte y Asia occidental, y que puede causar una enfermedad mortal del sistema nervioso) fueron inyectados en tumores cancerígenos con diferentes resultados: algunos consiguieron alargar su esperanza de vida, otros lograron acabar con los tumores para siempre y otros, sin embargo, no consiguieron lidiar con el virus que se les había inyectado, que fue la causa real de la muerte (y no el cáncer).

Desde los años 80, la moderna viroterapia oncolítica vuelve a irrumpir con fuerza entre las terapias que luchan contra el cáncer, aunque la investigación sigue siendo muy complicada. Lo que sí destacan los expertos es que las células cancerosas pierden con el tiempo su capacidad de protegerse contra la infección del virus inyectado en el paciente.

¿Cuál es el mejor virus para atacar al cáncer? Esa es una de las claves: descubrir qué tipo de virus es el más efectivo en cada caso. Otro reto es impedir que estos virus oncolíticos cambien con el tiempo y se acaben transformando en “fugitivos”, es decir, terminen atacando las células sanas del paciente y poniendo en peligro su vida.

¿Qué ventajas tiene la viroterpia frente a la inmunoterapia?

Tal y como afirma el Doctor Enrique Grande, jefe del servicio de Oncología Médica de MD Anderson Cancer Center Madrid, “al ser una estimulación más local y específica, se limitan los efectos adversos y toxicidades de la inmunoterapia”, es decir, habría menos riesgos negativos para el paciente. Además, esta técnica de inoculación selectiva sobre las distintas lesiones metastásicas presentes en el paciente podría también evitar la heterogeneidad tumoral, actualmente la principal vía de resistencia a la inmunoterapia y las terapias dirigidas, señala MD Anderson Center en un reciente artículo.

Todavía queda por delante mucho trabajo, investigación y preguntas por resolver. Pero no hay duda de que la Viroterapia oncolítica es otra de las posibles terapias que nos hacen saber que estamos cada vez más cerca de vencer al cáncer.

Belén Robles González