Los expertos saben que, a medida que adelgazamos, el gasto de energía de nuestro cuerpo también disminuye, ya que el cuerpo se adapta al disminuir el metabolismo y quemar menos calorías. Algo que, a menudo, culmina en la recuperación del peso perdido. Pero poco se sabe sobre cómo la composición de la dieta influye en esta respuesta adaptativa a largo plazo.

La lógica indica que el aumento del número de calorías quemadas puede mejorar el éxito de tratamientos contra la obesidad.

Una teoría, conocida como el modelo de carbohidratos e insulina, señala que el reciente aumento en el consumo de alimentos procesados ​​y con alto índice glucémico, desencadena cambios hormonales que aumentan el hambre y con ello las probabilidades de que las personas aumenten de peso.

Para comprender mejor el papel de la composición de una dieta en el gasto de energía, un equipo de científicos, liderados por Cara Ebbeling, se propusieron comparar los efectos de dietas que varían en la proporción de carbohidratos a lo largo de 20 semanas.

Del ensayo participaron 234 adultos con sobrepeso y que ya habían llevado a cabo una dieta inicial para perder peso durante aproximadamente 10 semanas.

De estos, 164 lograron la pérdida de alrededor del 10% del peso corporal y se les asignó a una dieta alta (60%), moderada (40%) o baja (20%) en carbohidratos durante 20 semanas. El contenido de grasas y proteínas era el mismo para todos. Los resultados, publicados en British Medical Journal, señalan que durante las 20 semanas, el gasto total de energía fue significativamente mayor en los participantes con la dieta baja en carbohidratos en comparación con la dieta alta en carbohidratos. De hecho quemaron entre 209 y 278 kilocalorías por día más que aquellos en que siguieron la dieta alta en carbohidratos.

Juan Scaliter