Bruce Spiegelman es profesor de biología celular en Harvard y miembro del Instituto del Cáncer Dana-Farber. O sea, que no es periodista, pero en enero atinó a resumir de modo inmejorable la esencia de su trabajo científico: “¿Qué pasaría si pudieras hacer que las células de grasa quemaran energía, en vez de almacenarla?” Así de fácil y de difícil. En un artículo para la revista The Scientist, Spiegelman incide en que el sobrepeso es un desequilibrio entre energía ingerida y energía quemada. Pero apunta que las terapias suelen centrarse en la ingesta –que se coma menos o que se absorba en menor medida–, sin reparar en el segundo término: la quema. El investigador cuenta que, si los dividimos por su metabolismo, hay dos tipos de tejidos o grupos de células: el tejido adiposo marrón, que gasta grasa para convertirla en energía (véase arriba) y el adiposo blanco, que la almacena. El primero es más frecuente en los niños, porque ayuda a subir la temperatura. A los obe­sos les ocurre que la proporción de células “blancas” es aplastante, así que el reto para el científico es dominar el mecanismo por el que las células, al formarse, “deciden” hacerse de un equipo o de otro. Parece que, si lograra que un 2% de las blancas pasasen a ser marrones, la curación podría estar cerca.

Redacción QUO