¿Queda alguna puerta a la que llamar? Con unas 5.000 empresas obligadas a echar el cierre cada mes y una tenaz tasa de paro superior al 20%, que nos coloca a la cabeza de Europa en desempleo, la pregunta podría sonar jocosa. Pero quienes más saben de esto dicen que sí, que algún resquicio queda, y si no damos con él, quizá deberíamos empezar a desechar el viejo hábito de enviar currículos casi a tientas o el de obstinarnos en aquello para lo que nos creemos más preparados.

Esto daría la razón al físico Albert Einstein: “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”. Cuesta admitirlo, pero si una mente tan prodigiosa como la suya creía que la crisis trae (como suele decirse) “progresos, descubrimientos y grandes estrategias”, ¿a qué esperamos para hacer un reset e iniciar una nueva estrategia de búsqueda?

La creatividad: la clave del éxito

El economista y escritor Raimon Samsó, autor de El código del dinero entre otros libros, considera que es el momento de dejar de confiar en futuros tiempos mejores o en algún gobierno que enderezará la situación. “Plantar cara al paro”, dice, “implica una actitud creativa, constructiva y de confianza en uno mismo. Cuando una persona en situación de desempleo usa la palabra paro, ya nos informa de que está inmóvil, que no actúa, que no se mueve, que se conforma con cobrar un subsidio similar al sueldo al que puede aspirar… y así es imposible prosperar”.

Ahora que hay decenas de miles de personas con títulos académicos que, aunque necesarios, no garantizan nada, el empresario prefiere la actitud (mentalidad y carácter) a la aptitud (formación y currículo). “El único aval es desarrollar una mentalidad y una actitud ganadoras, sin limitaciones ni complejos, una forma de ser proactiva y enfocada al servicio y las soluciones”, añade Samsó.

Y uno de los bastones de ciego que pueden ayudar en esta búsqueda es la creatividad. El joven emprendedor Borja Prieto lo tomó para conseguir publicar su libro Desencadenado, casualmente un tratado práctico sobre la crisis. Necesitaba financiarlo y recurrió a la plataforma Injoinet, creada recientemente para poner en marcha proyectos e ideas innovadoras mediante crowdfunding, o financiación colectiva. En pocas semanas, Prieto había logrado más del 170% del capital que necesitaba.

Mientras los sectores productivos y agrícolas tienden a la baja en Occidente, el de servicios y el de la creatividad van al alza. “Por eso”, indica Samsó, “los profesionales más buscados y mejor pagados serán los integrantes de la llamada clase creativa, profesionales que no venden horas, sino talento, imaginación y conocimiento muy especializado”. De momento, el sector supone un 25% de la economía europea, pero crecerá hasta convertirse en el núcleo del mercado laboral.

“De estos años de estragos en la economía, y más aún en el empleo, vamos a sacar muchas enseñanzas”, advierte Susana Sosa, directora de servicio de la firma de Recursos Humanos Adecco. “La primera es que la seguridad no existe”, sentencia la experta. Nicolás Ramilo, director general de la consultora Great Place to Work acentúa esta idea: “La incertidumbre aporta creatividad y deja obsoleta la idea del trabajo para toda la vida. En su lugar, el aspirante a un empleo tiene que aceptar flexibilidad, siempre que la empresa, por su parte, proyecte una cultura de fortaleza, sobre todo ética”. En España tenemos la suerte de disfrutar con un filón laboral, aunque temporal, inagotable: el turismo. “Pero algunas de sus fórmulas están acabadas”, dice Ramilo. “Hay que darle la vuelta al modelo tradicional y añadir valor con mayores niveles de calidad, innovación y atracción hacia el público”.

Hoy, la mayor parte de los candidatos que llegan a una empresa de contratación muestran, según Susana Sosa, una disposición, iniciativa y flexibilidad que hasta ahora eran desconocidas en el mercado laboral de nuestro país.

“Es cierto”, añade, “que los jóvenes deciden su futuro profesional de acuerdo principalmente con su vocación y las salidas profesionales existentes, pero lo que realmente les da mayores opciones de ser contratados por una compañía es la especialización en un campo muy concreto y relacionado con las tendencias más actuales”.

Trabajos de nuevo cuño

Algunas de esas tendencias son el medio ambiente, la salud , el cuidado de personas mayores y las nuevas tecnologías. Estas últimas se deben, según el portal de empleo Infojobs: “Al auge de las redes sociales y la web 2.0, sobre todo en Madrid y Barcelona”.

La figura del community manager es un buen ejemplo de cómo en el panorama actual están surgiendo profesiones que antes no existían. Aunque todavía no hay un criterio unánime sobre su remuneración, perfil, responsabilidad y ubicación dentro de la empresa, lo cierto es que el community manager se ha convertido en uno de los grandes fetiches laborales. Este profesional es aquella persona que gestiona comunidades virtuales, velando por la reputación online de una marca y monitorizando su presencia en las distintas herramientas que utiliza: blogs, Facebook, Twitter, etcétera. Debe saber qué se dice en la red sobre ella, sobre sus productos y sus campañas, y emprender acciones para que estas comunidades favorezcan su imagen. En 2010, su demanda se multiplicó por ocho, según el portal de empleo Infojobs, y “todo apunta a que irá en aumento”. Requiere licenciatura en Periodismo, Ciencias de la Comunicación o Marketing, y Publicidad, habilidades creativas, dotes de negociador y pasión por las nuevas tecnologías.

Pero, aparte de otear nuevos horizontes laborales, la segunda enseñanza que podemos sacar de esta crisis llega del sentido común: emprender dejará de ser una opción para convertirse en una necesidad. “Si la demanda de empleo es mucho mayor que la oferta de puestos de trabajo, es lógico pensar que necesitaremos más emprendedores que empleados. En los próximos años veremos florecer microempresas o nanonegocios puestos en marcha por personas desengañadas por fin de esperar un empleo”, vaticina Samsó.

La última nos la brinda el propio mercado: “El juego del dinero ha cambiado de reglas, y más nos vale aprender las nuevas. La economía no será como antes, por suerte, porque el viejo modelo de crecimiento era un desastre. Esta crisis es una lección de humildad y sentido común para todos los que la vivimos sin ninguna necesidad de buscar culpables. Es un reflejo de una mentalidad que debemos trascender. Y eso es una tarea de absolutamente todos”, afirma el experto.

Toda una generación al límite

Es indudable que la crisis nos ha roto muchos esquemas y que se ha cebado especialmente con algunos sectores de la población, como los más jóvenes. Hasta el punto de que los expertos hablan ya de “una nueva generación perdida”. Detrás de esta expresión romántica se agazapa el sector de población que más podría sufrir el impacto nocivo del desempleo a largo plazo: los jóvenes de 16 a 25 años, cuya tasa de paro supera el 40%. Su trabajo es nulo, y cuando lo tienen, muy precario. Para ellos, la crisis no es coyuntural, sino pertinaz. Sus posibilidades de prosperar son mínimas, incluso cuando la situación mejore, puesto que se les excluirá por falta de experiencia. El Fondo Monetario Internacional hace un año se refirió a ellos definiendo la situación como una “sentencia de cadena perpetua posiblemente para toda una generación perdida”. ¿Pura retórica o realidad?

Las perspectivas inmediatas parece que pasan por emigrar u ocupar en España un empleo menos acorde con su nivel. Alemania, por ejemplo, necesita medio millón de perfiles de profesionales técnicos para los próximos años. Un despilfarro, en cualquier caso, del talento, motivación y creatividad que suelen distinguir a la llamada “generación perdida”.

Todos los pronósticos hacen pensar que en diez años el mundo laboral dará tal vuelco en Europa, incluida España, que será irreconocible. La crisis actual, como ya hemos dicho, condicionará los nuevos modos, pero el mayor impulso lo dará la globalización. Lo prueban algunas de las nuevas herramientas que se están imponiendo, como la subcontratación de empresas, servicios o funciones de negocios (offshoring o homesourcing). Ninguna de ellas es consecuencia de la crisis, sino de la globalización.
Susana Sosa confía en que este nuevo panorama anime al colectivo de trabajadores y acabe con esas estadísticas que reportan un supuesto desinterés en el 85% de los empleados y, por tanto, imposibilidad de generar riqueza.

Reformas pendientes

Mientras llega este proceso, no es buen momento para buscar culpables, pero haríamos mal en olvidar erroreso carencias que han abocado al caos. Los expertos en esto hablan claro. Por ejemplo, Nicolás Ramilo, director general de la consultora Great Place to Work, achaca parte del estancamiento a la falta de una reforma laboral “con calado suficiente para que la situación remonte, anime por fin al empresario y elimine esos frenos”.

Así se expresaba también hace unos meses, en la Confederación de Empresarios de Navarra, el catedrático de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid Juan José Dolado, quien diagnosticaba la situación y la comparaba de alguna manera con un estado de bulimia: “Hemos pasado de ser los campeones mundiales en la creación de empleo a campeones en su destrucción. La del 84, 94, 97, 2001, 2002, 2006, 2010… Ha habido muchas reformas, pero ninguna ha resultado eficiente ni se ha logrado aún reasignar el empleo de la construcción a otros sectores”, concluía de forma demoledora el docente.

A la falta de reforma laboral eficiente, Nicolás Ramilo suma un culpable más, la especulación. “Es verdad que la economía es cíclica, pero debemos eliminar en la medida de lo posible los índices de especulación que han abocado, en parte, a esta situación realmente calamitosa. Y el único modo es recuperar los valores éticos en todos los estamentos sociales y laborales; empezando desde el inicio, es decir la escuela y la Universidad”.

¿Trabajar con la que está cayendo? Sí, hay muchas opciones pero hace falta saber cómo identificarlas. Como muy bien suelen decir los chinos, las crisis son el principio de una gran oportunidad.

Redacción QUO