Desde hace miles de años, el hombre se ha preocupado obsesivamente de su imagen usando todas las herramientas que tenía a su alcance: flores, aceites, resinas, cosas innombrables y otros ungüentos para intentar evitar lo que parecía inevitable: el envejecimiento.

Hoy, científicos españoles y americanos han dado un paso más para quitar de un manotazo todos los potingues albergados en nuestro mueble de baño: el elixir de la eterna juventud. Según publica la revista Nature, el equipo dirigido por Juan Carlos Izpisúa, ha conseguido detener el envejecimiento de las células pertenecientes a enfermos de progeria, una enfermedad muy poco común que provoca un envejecimiento prematuro a edad infantil, lo que provoca a los niños afectados problemas de salud habituales de la vejez: osteoporosis, trombosis, ataques al corazón…

El equipo de Izpisúa con esta investigación, no solo demuestra que con una placa de cultivo puede controlarse el paso del tiempo, sino también un nuevo modelo para analizar y estudiar la progeria, y a su vez, como afecta la vejez a nuestro organismo. Con esto, el problema de nuestra sociedad cada vez más obsesionada con el juvenismo se vería resuelto, aunque sin duda el avance científico de todo esto es el nuevo método descubierto por este equipo de científicos para poder tratar enfermedades degenerativas o no asociadas con la edad.

Para que nos entendamos: en esta investigación participan dos actores principales, unas células madre con características pluripotenciales (conocidas como iPS) y la reprogramación celular. Lo que han hecho estos científicos es conseguir dar marcha atrás en el reloj biológico y así lograr que una célula ya mayor, consiga reiniciarse y volver a su estado inicial. Lo que hicieron fue borrar la presencia de la enfermedad en las células y las nuevas, comenzaron a actuar como si fueran sanas y no tuvieran un oscuro pasado, ¿increíble verdad?.

De todas formas, por ahora la investigación sigue su curso, ya que aún estas nuevas células, cuando llegan a la edad adulta vuelven a desarrollar errores en sus núcleos y con ello, todos los efectos de la vejez. Según Izpisúa este descubrimiento abre la puerta para poder estudiar los mecanismos genéticos de la vejez.

¿Os imagináis llegar a los 80 años con el aspecto de cuando teníamos 25? Seguiremos informando.

Redacción QUO