Un estudio dirigido por Dorothy Matthews, profesora de The Sage Colleges en Troy, Nueva York ha demostrado que ratones que estuvieron en contacto con una bacteria, Mycobacterium vaccae, mejoran su aprendizaje y reducen su ansiedad.

Matthews realizó dos experimentos con grupos de ratones. En el primero se les dio, a un grupo de ratones la bacteria viva en su dieta, mientras que el otro grupo no tuvo contacto con ella. Luego examinaron la capacidad de los animales para sortear un laberinto. El resultado mostró que los ratones que habían ingerido Mycobacterium vaccae eran no solo más rápidos en llegar al final del recorrido, sino que lo realizaban con menos ansiedad. «Encontramos que los ratones alimentados con M. vaccae viva, navegaron por el laberinto dos veces más rápido y con menos ansiedad que los ratones del otro grupo», asegura Matthews.

En el segundo experimento, al grupo que había ingerido la bacteria, se le quitó esta de su dieta y luego volvieron a ser examinados en el laberinto. Aunque esta vez la diferencia no fue tan notoria, los científicos siguieron detectando una mayor velocidad en el recorrido por parte de los ratones del primer grupo.

La M. vaccae «es una bacteria que vive en la tierra y es probable que la gente la ingiera o respire cuando pasa algún tiempo conviviendo con la naturaleza», continúa la investigadora, de hecho,»los humanos somos un ‘hotel microbiano’ ya que contamos con unos 10 microbios por cada célula que tenemos en nuestro cuerpo, o sea compartimos nuestro organismo con trillones de microbios», concluye Matthews.

Puede que este hallazgo nos haga regresar al campo más seguido. Al menos ya tenemos una excusa muy válida: allí pensamos mejor.

Juan Scaliter