Hasta la muerte retransmitida de Juan Pablo II en el Vaticano se decía que el Papa no enferma hasta que muere. La salud de los dirigentes políticios es cuestión de Estado, lo que lleva a ocultar la trascendencia de las enfermedades que sufren. El problema es que muchas veces la alarma que pretende evitarse –como en el caso de la opración de pulmón al rey Juan Carlos I– se transforma en desconfianza. ¿Estarán diciéndonos la verdad?

Con la operación del rey en el Clínic de Barcelona la duda ha vuelto a instalarse. ¿Era un nódulo benigno o era un cáncer lo que se le ha extirpado? Según los especialistas consultados por Quo no hay duda. «La intervención que se ha realizado es la de un proceso benigno; en el caso de que hubiera sido un tumor maligno habría que haber practicado una lobectomía, es decir, haber retirado el lóbulo pulmonar completo», explica Dolores Isla, oncóloga del Hospital Lozano Blesa de Zaragoza y portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica, SEOM. Si en el análisis microbiológico se hubiera detectado la presencia de células cancerosas, el rey Juan Carlos debería haber vuelto al quirófano para practicarse esa intervención, con lo que en el caso hipotético de que hubiera pretendido ocultarse la naturaleza de la dolencia, quedaría al descubierto.

En el diagnóstico del Rey había tres elementos que hacían pensar que era un cáncer: un nódulo que había multiplicado por diez su tamaño en doce meses, un PET/TAC positivo y un paciente fumador. Sin embargo, la fórmula fatídica que desemboca normalmente en cáncer de pulmón (el 15% de los fumadores tendrán uno a lo largo de su vida), en esta ocasión no lo ha hecho. «El nódulo no crece por casualidad, pero puede responder a un proceso infeccioso, y el PET/TAC en ocasiones da falsos positivos y también fasos negativos», apunta Dolores Isla.

El Rey ha tenido el privilegio de ser un paciente VIP, pertenece a ese 1% de la población que chechea periódicamente su salud. «La dolencia que se le ha encontrado es una de las más frecuentes en personas fumadoras en este tipo de revisiones, y suelen encontrarse en fase incipiente «, explica Juan Carlos Ruiz, director del Instituto Urológico Madrileño. Por sus manos ha pasado gran parte de la clase dirigente española, los pacientes cinco estrellas que buscan medicina de primer nivel, y tan importante como lo primero, discreción.

¿Ha influído este principio sagrado en al información que ha proporcionado Zarzuela sobre las operaciones a las que ha sido sometido el Rey? En treinta años han sido cuatro, dos relacionadas con accidentes deportivos, otra en 1991 para eliminarle unas varices y otra en 1985 para «extirparle una fibrosis», según la versión oficial de la Casa del Rey, y en opinión de los médicos consultados por Quo, sin duda, la de mayor relevancia clínica que se le ha practicado al monarca. Le operó un eminente urólogo, Gil Bernet, en la Clínica San José de Barcelona.

Redacción QUO