Los seres humanos estamos fabricados en tres dimensiones. Por eso es tan importante que los tejidos y órganos artificiales para investigar técnicas y sustancias destinadas a nuestro provecho se extiendan de igual forma en el espacio. Hasta ahora, la única forma de conseguir “esculpirlos” era con andamios microscópicos por los trepaban los cultivos celulares, lo cual limitaba su libertad de acción.

Sin embargo, un nuevo método ha venido a proporcionarles el realismo que tienen fuera del laboratorio. Un equipo interdisciplinar del Texas Medical Center, de Houston (EE UU) ha conseguido que un grupo de células de un tumor cerebral levite mientras crece y se divide y, de esa forma, forme un diminuto cultivo tridimensional. Para elevarlas de la superficie de las placas de Petri, las sometieron a la acción magnética de un imán del tamaño de una moneda.

Previamente se habían mezclado en un gel partículas de óxido de hierro, las células y unas partículas virales, llamadas fagos, modificadas para actuar como nanotransbordadores. En este caso, los fagos introdujeron en las células el óxido de carbono y éste fue el encargado de elevarlas cuando el imán empezó a actuar sobre él.

Este nuevo sistema, publicado en Nature Nanotechnology, presenta posibilidades de aplicación en varios campos: obtener órganos modelo más parecidos a los humanos, utilizar sus propiedades magnéticas para desarrollar nuevas técnicas de imagen y tratamiento de tumores ,y conseguir tejidos que reaccionen de forma más precisa en los tests preclínicos de los medicamentos.

Tom Killian, profesor asociado de física en la Universidad Rice y uno de los autores del estudio, calcula que “si mejorásemos la precisión de los primeros tests de fármacos en sólo un 10%, podríamos ahorrar hasta 100 millones de dólares en cada medicamento”.

Pilar Gil Villar