La ciencia le ha hincado el diente al diente. En 49 días ya se puede regenerar un diente perdido con células madre. ¿Increíble? No, realidad; y muy cercana. La mejor sonrisa, la tenemos asegurada. Recientemente, el doctor en Bioingeniería, Takashi Tsuji, de la Universidad de Ciencias de Tokio, ha logrado extraer células de un embrión que actuaron como semillas de un nuevo diente. Y este creció hasta cumplir su función perfectamente.
La investigación comenzó, nos cuenta Tsuji desde Tokio, cuando se dio cuenta de que: “Estas semillas de diente tienen las instrucciones para construir uno nuevo”. La importancia del hallazgo reside en que esta es la primera investigación que regenera un órgano completamente funcional.

Los dientes se desarrollaron con todas sus partes habituales, incluidos el esmalte dental y las fibras nerviosas.
Por su parte, los ratones no tuvieron ningún problema para comer con ellos. Más aún, segregaron ciertas hormonas que ayudaron al mejor crecimiento de la pieza. Cuando le consultamos a Tsuji acerca de por qué elegir esta parte de nuestro cuerpo para la investigación, pudiendo escoger cualquier otro órgano, la respuesta nos dios la clave de que en nuestra boca reside el futuro de la regeneración: “El diente ofrece un buen modelo de investigación. Nos brinda grandes posibilidades para el desarrollo de tecnología que tiene que ver con las terapias de regeneración para el reemplazo de órganos. Es el primer paso”.

Por ahora, este avance solo se ha producido en ratones, pero los investigadores de la Universidad de Ciencias de Tokio esperan que pronto será posible regenerar dientes y otros órganos en humanos a partir de una célula. “Muchos esperan que nuestro estudio sea adaptable para una gran variedad de órganos”, concluye Tsuji.

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El verdadero ratón Pérez

La investigación realizada por el doctor Takashi Tsuji logró seguir los pasos de la evolución del diente de un roedor inyectando una proteína fluorescente de color verde. Por ahora, el único inconveniente de la técnica de regeneración es la dificultad para determinar con exactitud el tamaño que tendrá la pieza.

Masticar células madre

Esta investigación podría unirse al descubrimiento realizado en la University of Southern California. Un equipo dirigido por Songtao Shi, del Centro de Biología Molecular Cráneo Facial, logro extraer células madre de dientes.
Aunque no de cualquier diente, sino del de su hija de 6 años. “Todo comenzó cuando mi niña me pidió que le quitase un diente que se movía”, nos cuenta Shi desde California. “Al limpiarlo para dejárselo al Hada de los Dientes, vi una especie de tejido de color rosa. Y tuve una inspiración. Cuando se le cayó el siguiente, corrí hacia el laboratorio y ¡ahí estaban las células madre!

Luego, de la mano de un equipo internacional logramos regenerar la raíz de un diente junto a los ligamentos periodontales para reparar las funciones propias en un animal.” El hallazgo de células madre en los dientes les ha afilado los ídem a distintas empresas que han predicho un filón en esta nueva tecnología. Así surgió BioEden, un banco de dientes que extrae células madre de estos.

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¿Es verdad que ‘saben’ cuándo detener su crecimiento?

Sí. Al igual que la nariz y los dedos de las manos. En las células yace la información para que, al alcanzar su objetivo, estas dejen de formar determinada parte de nuestro cuerpo. En el caso de los dientes, la raíz recibe el aviso de cerrarse, lo que impide que el diente siga creciendo, ya que no obtiene más nutrientes.

Bajo el lema “Algún día, el ratoncito Pérez puede salvarle la vida a tu hijo”, BioEden envía un recipiente para que pongamos allí la pieza, comprueban que las células madre obtenidas sean viables y se criopreservan en cámaras especiales. Todo esto, al módico precio de unos 1.000 euros.

Pero los científicos no solo han encontrado células madre; también ha investigado sus partes. Una de las más importantes es el esmalte, la sustancia más dura del cuerpo, tan dura que se conoce también como tejido adamantino (de diamante). Su dureza tiene una razón de ser: vive en un ambiente de lo más contaminado. En nuestra boca habitan, en solo un milímetro cúbico de saliva, cerca de 100 millones de bacterias pertenecientes a 600 especies distintas. La mitad de ellas, aún desconocidas para la ciencia.

Pese a su dureza (más que la del acero), los ácidos, el café y el tabaco lo deterioran rápidamente. Y una vez perdido, es irrecuperable. Bueno, lo era hasta que el doctor en Ingeniería Biomédica Haifeng Chen, de la Universidad de Pekín, descubrió una solución similar al esmalte cuya gran virtud es que se puede aplicar sobre la dentadura directamente, y que bajo el microscopio tiene una estructura muy similar.

La solución está formada por fosfato cálcico mezclado con un ácido llamado HEDTA. Este hallazgo podría garantizarnos dientes sanos en el futuro. Hainfeng nos confía que espera que: “El año que viene esté disponible. Actualmente también estamos trabajando en regenerar otros tejidos mineralizados de nuestro cuerpo, como pueden ser, por ejemplo, los huesos”.

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Para morderte mejor

La radiografía muestra la boca de un niño de 10 años. Los dientes que aparecen en púrpura son de leche, mientras que los verdes son ya los permanentes. Los colores de la derecha (de amarillo a violeta) muestran a qué edad, aproximadamente, salen las piezas permanentes.

Nuestra seña de identidad

Pero mientras estás técnicas de regeneración no estén disponibles, la limpieza bucal es la mejor herramienta para conservar nuestra dentadura. Por eso acudimos a los laboratorios de Oral-B, muy cerca de Frankfurt, para ver in situ cómo los científicos han logrado recrear una sustancia con dureza similar a la del esmalte con el objetivo de probar sus cepillos y pastas. Allí tuvimos la oportunidad de hablar con el director de I+D de Oral-B, Stefan Schamberg, quien junto a su equipo trabaja con una anticipación de hasta 15 años para saber qué necesitarán nuestros dientes en el futuro.

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Así cuida su higiene bucal C3PO

Tras un cepillo de dientes hay tecnología punta. En los laboratorios de Oral-B, fabricaron una dentadura con la dureza y resistencia de la nuestra. Luego, diseñaron un robot capaz de cepillar 100 horas seguidas, e idearon un sustituto de la placa bacteriana del hombre. De las pruebas salen al mercado los distintos modelos de cepillo. Desde el más básico, hasta el de la imagen, un Oral-B Triumph con una pantalla wireless que nos guía durante el cepillado.

Una de las innovaciones más interesantes viene, aunque suene extraño, del área de la belleza. “Oral-B podría utilizar la tecnología iónica del cepillo de cabello Satin Hair de Braun”, nos anticipa Schamberg. Las mismas partículas que impiden que el cabello se cargue de electricidad estática, en un cepillo de dientes podrían ayudar a eliminar la placa a nivel molecular, a fuerza de combatir los gérmenes y las bacterias.

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¿Es verdad que son capaces de soportar grandes presiones?

Al comer, los dientes ejercen una presión que no excede los 30 kg. Pero quienes sufren de bruxismo (rechinar los dientes durante el sueño) son capaces de ejercer una fuerza superior a los 120 kg: lo mismo que la mordida de un tigre dientes de sable.

Los dientes albergan claves para el futuro de la medicina, pero también dan testimonio de nuestro pasado. Las muelas del juicio podrían ser una huella evolutiva: nos permitían desgarrar las plantas fibrosas. Este rasgo vestigial es casi inexistente (0,2%) en el África Ecuatorial, pero llega al 100% entre los indios mexicanos. Así, los dientes no solo son únicos: también nos hacen únicos.

Juan Scaliter