El demonio de Tasmania sufre un cáncer facial contagioso que le está llevando a la extinción. Científicos españoles acaban de encontrar la clave de su desarrollo y un posible tratamiento.

El demonio de Tasmania es un marsupial carnívoro enorme. Tiene el tamaño de  un perro pequeño, con un cuerpo robusto y musculoso y su piel está cubierta de pelo negro.

Los primeros exploradores europeos de Tasmania lo llamaban «cachorro de Belcebú», impresionados por sus chillidos nocturnos.

El demonio de Tasmania tiene la mordida más fuerte por unidad de masa corporal de cualquier mamífero viviente del mundo.

Sus dientes y mandíbulas son similares a los de las hienas,  y tienen una mordedura excepcionalmente fuerte para su tamaño, con un cociente de fuerza de mordida (BFQ) de 181 (el jaguar o el tigre, por ejemplo, tienen una mayor fuerza de mordida, pero son mucho más grandes, con un coeficiente de 137 y 127, respectivamente). El demonio de Tasmania tiene la mordida más fuerte por unidad de masa corporal de cualquier mamífero viviente del mundo.

En el siglo XIX se le asignaron nombres como Sarcophilus satanicus (amante de la carne satánico) y Diabolus ursinus (oso diabólico), y ha llegado hasta hoy un nombre que aterra: demonio de Tasmania

Fueron considerados una amenaza para el ganado, y cazados por sus pieles hasta llevarlos al borde de la extinción. Ahora solo existen en Tasmania, donde son considerados un auténtico símbolo.

Comen en grupo. Un momento en el que pueden causarse heridas entre ellos.

En 1941 pasaron a tener la consideración de especie protegida y recuperaron su población; sin embargo, desde finales de los años 1990, un contagioso cáncer facial les ha reducido drásticamente y  amenaza el fin de la especie. El cáncer se lo provocan ellos mismos.

Los tumores faciales de los demonios (Devil Facial Tumor Disease, DFTD en sus iniciales en inglés) se desarrollan por transmisión de un demonio a otro al morderse durante las peleas territoriales o en las épocas de celo.

A esto contribuye un sistema inmune que no puede distinguir células exógenas de otros demonios, por lo que no se activa y no elimina las células DFTD.

Los tumores DFTD se desarrollan primero en la cara, provocando un deterioro significativo de la capacidad de alimentarse e incluso llegando a provocar la oclusión de las vías respiratorias.

Los que no llegan a estos extremos sufren la alta agresividad de estos tumores que desarrollan metástasis en pocos meses en órganos principales como el páncreas y el hígado. Como consecuencia, los científicos estiman que esta especie podría desaparecer en los próximos 25 años.

Los estudios actuales y futuras investigaciones sobre los procesos moleculares involucrados en la proliferación de estos tumores serán esenciales para la conservación de esta especie animal única.

El DFTD causa que se formen tumores en la cara y en torno a la boca, que interfieren en su alimentación y finalmente terminan con la muerte del animal por inanición.

Una investigación que les da esperanzas

Investigadores de España junto a científicos Australianos han publicado en Cell Reports un artículo en el que muestran que han identificado mecanismos metabólicos y posibles estrategias terapéuticas para tratar los tumores del demonio de Tasmania.

El Dr. Manuel Alejandro Fernández Rojo (Jefe del Laboratorio de Medicina Hepática Regenerativa) y la Dra. Maria Ikonomopoulou (Jefa del Laboratorio de Venómica Translacional), ambos del IMDEA-FOOD Institute, junto a investigadores australianos del QIMR Berghofer y del Instituto WEHI han descubierto mecanismos metabólicos que aumentan la proliferación de las células de los tumores faciales que afectan a los demonios de Tasmania.

Además, han descrito potenciales tratamientos para estos tumores que podrían ayudar a conservar esta emblemática especie en peligro de extinción. El trabajo ha sido publicado en la prestigiosa revista Cell Reports.

El Dr. Manuel A. Fernández Rojo & la Dra. Maria Ikonomopoulou son investigadores con el galardón TALENTO que han retornado a España dentro del programa de atracción de investigación de excelencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid.

Manuel A. Fernández Rojo estudia cómo recuperar la capacidad regenerativa del hígado en casos de enfermedades hepáticas mientras que la Dr. Maria Ikonomopoulou explora el potencial terapéutico de los venenos animales en la lucha contra el cáncer y las enfermedades relacionadas con el envejecimiento.

Sin embargo, ambos tienen un gran interés en el estudio de la biología de la fauna salvaje. Por ello, en un nuevo estudio publicado en la prestigiosa revista Cell Reports, el Dr. Fernández Rojo y la Dra. Maria Ikonomopoulou junto a sus colaboradores han descrito hallazgos cruciales para entender mejor los requerimientos moleculares, nutricionales y metabólicos de las células tumorales del demonio de Tasmania para proliferar.

Durante el desarrollo de tumores, el metabolismo energético juega un papel crítico para la proliferación maligna de las células cancerígenas.

Hasta ahora los estudios en los tumores DFTD no habían proporcionado mecanismos moleculares involucrados en la obtención de energía para proliferar de sus células. Ahora, en este estudio, el Dr. Manuel A. Fernández Rojo y la Dra. Maria Ikonomopoulou han descubierto que estas células incrementan su proliferación si se les estimula con drogas que activan el receptor nuclear LXR (Liver-X-receptor) que está involucrado en la regulación de los niveles celulares de colesterol.

Analizando los efectos metabólicos causados por el tratamiento con el activador de LXR mediante técnicas del estudio del metabolismo de última generación, descubrieron que para aumentar los niveles de proliferación de las células DFTD había una transición metabólica hacia el uso de azucares (proceso conocido como glicolisis) en detrimento de la respiración (consumo de oxigeno acoplado a la degradación de metabolitos para obtener energía) en la mitocondria.

De hecho, las células de muchos tumores en humanos sufren una adaptación similar y usan preferiblemente glucosa, en contraposición al metabolismo de lípidos, como fuente principal de energía. Un proceso que es conocido como “Efecto Warburg”.

El estudio del Dr. Fernández Rojo y la Dra. Maria Ikonomopoulou, también remarca que las células de los tumores DFTD necesitan tener un contenido mínimo de colesterol para proliferar. Si no es así, mueren.

El tratamiento con estatinas redujo el crecimiento de los tumores

Por ello, aprovecharon esta característica especifica de los tumores DFTD para examinar el efecto antitumoral que las estatinas, medicamentos que inhiben la síntesis del colesterol y que se prescriben para el tratamiento de enfermedades cardiovasculares, hepáticas y la obesidad, podrían tener en tumores DFTD desarrollados en ratones inmunodeficientes.

Como hipotetizaron, las estatinas redujeron el crecimiento de los tumores DFTD. Por ello, el Dr. Fernández Rojo, la Dra. Maria Ikonomopoulou y sus colaboradores sugieren en su estudio que las estatinas podrían constituir una estrategia terapéutica para curar, o al menos mitigar, el crecimiento de los tumores DFTD contribuyendo a la conservación de la especie.