Las cobras escupidoras son un caso excepcional entre las serpientes, escupen veneno cuando se sienten amenazadas, pero ¿lo aprendieron al enfrentarse a los humanos?

La mayoría de las más de 4.000 especies de serpientes utilizan su veneno para el ataque, principalmente para cazar. Incluso mezclan sus toxinas de forma que el veneno sea especialmente eficaz en el cuerpo de su presa favorita. Pero el veneno también puede utilizarse para la defensa.

Algunas especies, como la cobra escupidora, han evolucionado para usar su veneno como arma defensiva, según las conclusiones de un equipo de investigadores dirigido por Nicholas Casewell, de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, en un estudio publicado en la revista Science.

Los científicos estudiaron un pequeño grupo de serpientes muy especiales: las cobras escupidoras, capaces de proyectar veneno a los ojos de los posibles atacantes cuando se sienten atacadas. El escupitajo puede alcanzar una distancia de hasta dos metros y medio.

Cada especie de cobras escupidora ha desarrollado un cocktail venenoso diferente para este fin, con una característica común: el veneno está diseñadas para causar un dolor terrible y repentino al atacante.

El veneno de las cobras escupidoras duele intensamente y de forma inmediata

El veneno típico de la mayoría de las cobras se basa en las toxinas citotóxicas de tres dedos (3FTx), un grupo de polipéptidos que se cree que sirven, entre otras cosas, para destruir los tejidos. Ahora bien, la destrucción de los tejidos provoca dolor, pero éste tiende a producirse de forma gradual.

Por el contrario, el veneno de las cobras escupidoras duele intensamente y de forma inmediata. Por ello, los investigadores buscaron otros componentes en tres cobras escupidoras (las cobras de cuello anillado, las serpientes de anteojos y las cobras escupidoras africanas) que pudieran activar directamente las neuronas del dolor.

En el proceso, acabaron por localizar ciertas variantes de la fosfolipasa A2. Se trata de proteínas inofensivas y enzimáticamente activas que, sin embargo, tienen un efecto devastador en combinación con las toxinas de tres dedos y desencadenan una actividad neuronal del dolor extremadamente fuerte.

Las serpientes que escupían a los primates

Resulta sorprendente que las tres cobras escupidoras, que son nativas de diferentes regiones del mundo, hayan evolucionado de forma independiente con mezclas de veneno muy similares. Pero ¿por qué desarrolló la evolución este tipo de defensa?

Los análisis del linaje de las cobras estudiadas sugieren que la evolución de los primates y los humanos puede haber influido. Los simios, y probablemente los prehumanos y los primeros humanos, son un peligro para las serpientes, incluso a distancia, cuando atacan con palos.

Además, los ojos en las partes frontal de la cara de los humanos y los simios parecen ser el objetivo preferido de las cobras escupidoras en sus terribles ataques. Así que quizá no sea una coincidencia que las cobras africanas hayan desarrollado su capacidad hace unos 6,7 millones de años, cuando el linaje de los humanos y los simios se dividió en África, especulan Casewell y sus colaboradores.

Las cobras asiáticas, en cambio, no empezaron a escupir hasta hace unos 2,5 millones de años, posiblemente después de que el Homo erectus, la primera especie humana extendida a nivel mundial, empezara a molestar a las cobras en Asia.

REFERENCIAS

Convergent evolution of pain-inducing defensive venom components in spitting cobras