Más ligero que un guisante y con una estructura similar a la de los cocodrilos. Así era el cerebro de uno de los dinosaurios más antiguos del mundo

Vivió hace unos 230 millones de años, en los bosques de lo que un día se llamaría Brasil. Era un pequeño dinosaurio bípedo, del tamaño de un perro mediano. Tenía una cabeza delgada, una cola larga y dientes afilados. Le han puesto el nombre de Buriolestes schultzi, y es familia lejana de saurópodos gigantes que habitaron la Tierra 100 millones de años después, como el braquiosaurio y el diplodocus.

dinosaurio

Buriolestes se alimentan de un pequeño lepidosauromorfo en un paisaje triásico de Brasil. Crédito: Márcio L. Castro

Un paleontólogo brasileño de la Universidad  Federal de Santa Maria, el Dr. Rodrigo Temp Müller, encontró un esqueleto excepcionalmente bien conservado de un Buriolestes de hace  233 millones de años (período Triásico). El cráneo estaba intacto. Con aquella joya fósil, investigadores brasileños han reconstruido el primer cerebro completo de uno de los dinosaurios más antiguos del mundo.

El estudio fue publicado en Journal of Anatomy y realizado por Rodrigo T. Müller, José D. Ferreira, Flávio A. Pretto y Leonardo Kerber de la Universidad Federal de Santa Maria y Mario Bronzati de la Universidade de São Paulo.

No usaba el olfato para rastrear presas

El cerebro de Buriolestes schultzi es relativamente pequeño y pesa aproximadamente 1,5 gramos, un poco más ligero que un guisante. La forma era primitiva, se asemejaba a la morfología general del cerebro de un cocodrilo. Además, la presencia de estructuras bien desarrolladas en el cerebelo indica la capacidad de rastrear presas en movimiento. Por el contrario, el sentido del olfato no era elevado; por lo tanto, es más probable que Buriolestes schultzi cazara y rastreara presas basándose en el sentido de la vista más que en el olfato.

Crédito: Márcio L. Castro

 

 

Este dinosaurio carnívoro pertenece al linaje de los saurópodos herbívoros gigantes de cuello largo, los animales terrestres más grandes que jamás hayan existido. Se considera el miembro más antiguo de este linaje. Así que la reconstrucción del cerebro de Buriolestes da pista sobre cómo evolucionó en los grandes saurópodos.

 

Su tamaño fue haciéndose más pequeño

 

Una de las conclusiones más llamativas del estudio es cómo aumentó el tamaño de los bulbos olfativos. Esto significa que los saurópodos fueron ganando olfato, algo que les sirvió para detectar alimento, para captar señales químicas de depredadores, y posiblemente también les permitió mantener relaciones sociales más complejas.

Los científicos también calcularon la capacidad cognitiva, o inteligencia, de Buriolestes schultzi basándose en el volumen cerebral y el peso corporal. Los valores obtenidos son superiores a los de los saurópodos gigantes, como Diplodocus y Brachiosaurus, lo que sugiere que el cerebro se fue haciendo más pequeño. Los investigadores apuntan que pudo tener con los hábitos alimenticios, ya que los carnívoros requieren por regla general más habilidades cognitivas.  En otros linajes la encefalización aumenta a través del tiempo. Sin embargo, la capacidad cognitiva de Buriolestes schultzi es menor que la de los dinosaurios terópodos, el linaje que incluye Tyrannosaurus, Velociraptor y aves.

Otro detalle del estudio es que el canal auditivo interno y el  lóbulo flocular de Buriolestes sugieren que era rápido, con  movimientos coordinados de la cabeza, el cuello y los ojos.

Recrear el cerebro de un animal que pobló la Tierra hace más de 230 millones de años es un prodigio científico, y da pistas sobre cómo se produjo la fascinante transformación de pequeños y rápidos carnívoros de dos patas a las moles lentas y vegetarianas que fueron los diplodocus y los branquiosaurios.

Este esquema, muestra cerebros de distintos tipos de dinosaurio.