Es una característica humana vinculada a la esperanza: nadie piensa en los últimos porque no queremos creer que serán los “finales”. El último pájaro Dodo, el postrero tigre de Java, el zorro de Malvinas, la cuaga… La única excepción podría ser Jorge el Solitario, el último de una de las especies de la tortuga gigante de Galápagos (Chelonoidis abingdonii) y uno de los pocos en tener nombre y apellido. Y en esa larga lista de especies que han desaparecido se encuentra el pájaro ʻōʻō de Kauaʻi (Moho braccatus

Este ave, endémica de la isla de Kauai,  una isla en el Pacífico Central, parte del archipiélago de Hawái, anidaba en cavidades en los cañones boscosos de Kaua’i. Fue avistada por última vez en 1985, y la última grabación de sonido fue realizada en 1987 por David Boynton para el Laboratorio de Ornitología de Cornell. Se trataba de un macho realizando una llamada de apareamiento…que nunca fue respondida.

No hay una única causa de su extinción, sino más bien una sucesión de eventos que la provocaron. Primero las enfermedades transmitidas por mosquitos, que hicieron que los supervivientes de la especie se retiraran a terrenos cada vez más altos para evitar a los insectos y allí se encontraron con que los árboles no eran adecuados para su tipo de construcción de nidos. Menos miembros de la familia y una reducida capacidad para construir nidos, redujeron aún más la población. El golpe de gracia lo dieron dos huracanes, Iwa a Iniki, los dos que más daños provocaron en la historia del archipiélago y cuyo epicentro fue Kaua’i.

Desde aquella última grabación, en 1987, no se ha vuelto a ver a ningún ejemplar del ōʻō de Kauaʻi .