Los humanos hemos invadido el hábitat natural de este carnívoro, pero aprendiendo a  convivir con ellos y cediéndoles terreno conseguiremos que su especie se recupere

La invasión del hábitat de los animales carnívoros, como los osos, por parte del ser humano es el principal factor que los empuja a la extinción en países como Estados Unidos o Canadá. Sin embargo, las labores de recuperación de las poblaciones de estos animales hace que su número aumente y tengan encuentros más frecuentes con las personas que, en ocasiones, son violentos.

El oso es uno de los animales carnívoros que más encuentros violentos registra con los seres humanos. Según un nuevo estudio de la Academia Nacional de la Ciencia de EEUU, los lugares más letales para los osos, especialmente las crías, son los dominados por los humanos. Según los investigadores, humanos y osos deben convivir y adaptarse los unos a los otros. Esto supone ceder terreno a los osos.

Hasta ahora la convivencia no va bien. El estudio analizó las interacciones de 2.669 osos grizzly de la Columbia Británica durante 41 años. Descubrieron que, de media, un oso tarda alrededor de 14 años en aprender a convivir con los humanos. Por cada oso que consigue adaptarse, 29 mueren. En áreas más salvajes, el número de muertes desciende considerablemente, siendo sólo cuatro las muertes por cada oso que consigue adaptarse.

Los osos se están adaptando poco a poco. Debido a que detectan una menor presencia humana por la noche, los osos han aumentado su actividad nocturna y son menos activos durante el día. Este cambio supone un aumento de entre un 2 y un 3% de sus posibilidades de sobrevivir. Los osos jóvenes tienen una probabilidad 7,5 veces mayor de morir en zonas dominadas por el ser humano que en áreas salvajes.

«La gente está cada vez más dispuesta a adaptar su comportamiento de una manera que fomente la convivencia con los carnívoros»

Parea los humanos, la adaptación a los osos supone cambios tanto sociales como psicológicos. Según los investigadores debe darse una mayor «tolerancia social» hacia los depredadores, que consiste en aceptar la presencia de estos animales en zonas concretas y diferenciar entre su hogar y el nuestro. Según Clayton Lamb, uno de los autores del estudio, «la gente está cada vez más dispuesta a adaptar su comportamiento de una manera que fomente la convivencia con los carnívoros».

Según una encuesta online de 2001 en Estados Unidos, la mayoría de los encuestados, pese a que seguían apoyando el control de la población de carnívoros para proteger el ganado, mostraron una preferencia por las técnicas no letales en comparación con años anteriores.

El estudio aporta soluciones para conseguir una mejor convivencia entre humanos y osos, y evitar la circulación por carretera en zonas habitadas por este animal es una de las principales. Al año se producen 10.000 choques entre vehículos y animales salvajes en la Columbia Británica. Para evitarlo, sugieren construir caminos para estos animales por debajo y por encima de las autopistas.

Otra posible solución la descubrió Clayton Lamb cuando investigó el movimiento de los osos grizzly en las Montañas Rocosas de la Columbia Británica. Los cuerpos de animales atropellados en la carretera se depositaban fuera del arcen. Incluso se enterraban a veces cerca de las inmediaciones de los pueblos. El olor atraía mas osos y generaba encuentros y situaciones de peligro con las personas que viven el ellos. Lamb se puso en contacto con el Ministerio de Transportes para tratar de buscar una solución. Como alternativa, el ministerio construyó nuevos pozos rodeados de una cerca eléctrica donde enterrarlos a los animales atropellados. Por ahora está funcionando y los osos ya no se acercan a los pueblos.

Los autores miden un parámetro llamado HII (Índice de Influencia Humana) que mide el uso del territorio por las personas y tiene un valor entre cero y 60. Por encima de 40, los osos no pueden sobrevivir en ese terreno. Paradójicamente, la coexistencia hace aumentar tanto las posibilidades de supervivencia como de conflicto.

REFERENCIAS

The ecology of human–carnivore coexistence

Attitudes toward predator control in the United States: 1995 and 2014

Recconecting the rockies: Keeping People Safe and Wildlife Connected

¿Y si el cambio climático empujara a los animales a las ciudades?