El día que compraste tu casa, ¿te dijo alguien el consumo energético que iba a tener? ¿Cuántas emisiones produciría? ¿Cuál era la vida útil de los materiales empleados? ¿De dónde provenían y cómo se habían obtenido? Probablemente, la información no existió. Sin embargo, los datos están ahí. “Las ciudades contribuyen al calentamiento global en más de un 75% y utilizan un 15% de la energía consumida por la humanidad”, explica Mª Jesús Marcos, de la Subdirección General de Planificación de Infraestructuras Científicas y Tecnológicas del Ministerio de Ciencia e Innovación.
Para evitarlo, los pioneros de la arquitectura sostenible están desarrollando proyectos que hacen posible la convivencia entre urbanismo y ecología. En China, en la zona de Guangzhou, está a punto de terminarse un edificio, la Pearl River Tower, de 303 metros de altura y 69 plantas, que genera más electricidad de la que consume y cuyas necesidades energéticas son un 60% inferiores a las de una construcción similar. “Emplea un elaborado mecanismo de cuatro turbinas que, al pasar el viento por ellas, generan energía eólica”, explica Mª Jesús Marcos. Es el ingenio hecho eficiencia. La misma inquietud medioambiental que ha llevado al arquitecto neoyorquino Adrian Smith a diseñar un innovador sistema en el edificio más alto del mundo, el Burj Dubai: una serie de colectores recoge la humedad producida por la condensación del aire y, ya convertida en agua, la emplea para regar zonas verdes. En total, el equivalente a 20 piscinas olímpicas al año. El ahorro se completa con la incorporación en los grifos de los denominados reductores de caudal, una pieza que mezcla el agua con aire y reduce el consumo al 50% sin que se perciba que salga menos agua pero sí, en cambio, un aumento de la presión.

Redacción QUO