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Mírala bien a la cara, pues a partir de ahora, cada vez que te metas en el mar, verás su rostro y sus cabellos. Pero intenta que el hechizo quede en eso: solo la vista, ya que si te toca… Ella es conocida como carabela portuguesa en el Mediterráneo y como botella azul en Australia. Pero esta medusa (Physalia utriculus) no es en realidad un solo organismo; se trata de un zooide (individuo que forma parte de un cuerpo con organización colonial). Muchos zooides constituyen, por ejemplo, un tentáculo, y en esta medusa cada uno puede medir hasta 10 metros.

 

Un nombre mítico

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Soberana de los mares

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La venganza de los hombres

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La dama de los anillos

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Un autobús acuático

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Eso representa para las larvas de cangrejo la Chrysaora fuscescens. Debido a su “facilidad” de desplazamiento, esta medusa es usada por las crías de ciertos crustáceos como transporte para llegar a la costa sin hacer ningún esfuerzo. Vive en el Pacífico, sus tentáculos sobrepasan los 4 metros y puede sumergirse a más de mil metros de profundidad.

 

Velos bajo el hielo

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Claro que los científicos saben que habitan todos los mares del planeta, pero encontrarse en las gélidas aguas de la Antártida con una Desmonema glaciale más grande que uno mismo no es habitual. Y menos, fotografiarla bajo una capa de hielo de seis metros. Esta medusa alcanza los dos metros de umbrela. Durante el invierno vive en un letargo que le permite soportar las duras condiciones de las aguas.

 

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Casi como una bailarina del mar, esta medusa de los manglares (Mastigias papua) habita las lagunas del archipiélago de Palau, en el Pacífico.

 

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Es la protectora de los mares; la Thyasabostoma loriferum “cuida” a unos alevines de los depredadores.

 

Ojos que no ven y oídos que sienten

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Las medusas tienen dos tipos de órganos sensoriales: los ocelos, que detectan la intensidad de la luz, y los estatocitos, para el equilibrio.