Cerdo maqueado, y no pato laqueado

Este es el nuevo menú chino. Al menos desde que la Universidad de Harbin logró crear dos cerdos que bajo la luz ultravioleta se vuelven verdes. Esto se consigue insertando en los genes de los animales la proteína luminiscente de las medusas, entre ellas la de la Aequorea victoria.

Los primeros mamíferos

El profesor Masaru Okabe, del Laboratorio de Microbiología de Osaka, Japón, creó el primer mamífero, este ratón, alterado genéticamente para emitir luz verde en la oscuridad.

Me pareció haber visto…

Dos gatos clonados por el equipo de la Universidad de Gyeongsang, en Corea del Sur. El de la izquierda tiene la proteína fluorescente roja (RFP), que hace que brille en la oscuridad.

La huella visible

Un voluntario muestra cómo los restos de pesticidas son visibles gracias a la luz ultravioleta. Hasta hace poco tiempo, la única forma de detectar pesticidas era lavar los vegetales con agua y enviar restos del líquido a un laboratorio para que los analice. El método de exponer los vegetales a este tipo de luz ahorra tiempo y dinero.

¿Fluo o Fosfo?

Una mujer, maquillada con cosméticos fosforescentes, brilla bajo la luz ultravioleta. Tanto la fosforescencia como la fluorescencia son la capacidad de ciertas sustancias de absorber energía y almacenarla, para luego emitirla en forma de luz. La diferencia es que la última tarda millonésimas de segundo en emitir un destello que rápidamente se apaga. La fosforescencia, en cambio, libera muy lentamente –a veces durante horas– la energía, por lo que brilla más tiempo.

Estrategia defensiva

La bioluminiscencia obedece a cinco razones: camuflaje, defensa, cebo, comunicación e iluminación. En este caso, una morena cinta (Rhinomuraena quaesita) se defiende de un pez payaso que ha invadido su territorio.

Mar lácteo

Un satélite obtuvo, por primera vez, una fotografía de un fenómeno que se sabía que existía solo por referencias: las aguas brillantes. La imagen es del océano Índico y muestra, en azul turquesa, una colonia de bacterias de 150.000 km2. O al menos eso es lo que se cree, pues la ciencia aún no ha explicado la causa.