Tras la muerte del célebre pulpo Paul, los alemanes ya han encontrado un nuevo ídolo animal al que rendir pleitesía. Se trata de Heidi, una zarigüeya bizca del zoo de Leipzig. El bicho ya tiene más de cien mil fans en facebook, le han compuesto una canción y hasta están fabricando muñecos con su imagen.

A diferencia de Paul, a esta estúpida criatura no se le conocen ni poderes adivinatorios ni taumatúrgicos, por lo que resulta difícil explicarse la pasión que despierta. Por eso, quizá no debería llamar estúpido al pobre animal, que no tiene la culpa de nada, sino a quienes lo adoran.

Pero ni Heidi ni Paul son los primeros animales que causan fascinación en las masas. Vamos a repasar la historia de algunos de estos ídolos «irracionales». Las comillas se deben a que admitimos hombre como animal racional (no entodos casos ni entodas las circunstancias, ojo).

Francis, la mula parlanchina

¿A quien se le ocurrió la «genial» idea de crear una mula que hablara? Pues a Daniel Stern, un guionista de finales de los años 50, que se inventó al personaje de Francis, la mula más célebre de la historia (y curiosamente, con sangre española en sus venas). Francis protagonizó una decena de películas al lado de Donald O´Connor, quien por cierto tuvo mejores compañías en Cantando bajo la lluvia (no me digan que no es mejor Cyd Charise que esta pollina parlanchina). Por supuesto, en la realidad la mula no hablaba, sino que era doblada por Chill Wills, un actor de carácter a quien hemos visto en cometidos más nobles, por ejemplo, haciendo de ranger de Texas en Bonnie and Clyde y en varios filmes de Sam Peckinpah. Por cierto en la foto tenemos a la mula en una imagen de Francis gos to WACS, rodeada como no, por O´Connor y por varios bellezones de altura, entre elos una sjovencísimas Ava Gardner y Julie Adams.

Brutus, el perro culturista

Viva el culto al cuerpo canino. Les presentamos al perro más fuerte del mundo, al menos, hasta hace cuatro años. Se llama Brutus y es de Bilbao. El animal nació con una mutación genética que le ha conferido este aspecto; una leyenda urbana afirma incluso que gracias a ello el bicho fue declarado ganador en el extravagante concurso VigorexiumDog 2007 (si, aunque parezca mentira, ese certamen existía hasta hace poco). Eso sí, el perro a lo suyo, y ya ha iniciado una incipiente carrera como actor. Le hemos podido ver, por ejemplo, en John Rambo, al lado del inefable Sylvester Stallone. ¿Quien tenía mejor aspecto de ambos? Yo apuesto por el perro.

Oui Oui, el cerdo letrado

¿Son cultos los animales? Se cuenta que en 1782 media Inglaterra enloqueció en torno a este puerco del que se dice que podía contar con las patas y que era capaz de deletrear nombres. La leyenda afirma que llegó a ser más popular en su época que el mismísimo Isaac Newton y que incluso aprendió a gruñir en francés «Oui Oui». Eso motivó que lo comprara un poeta de dicha nacionalidad que lo llevaba a todos sus recitales, para que el marrano asitiera con sus ouis cada vez que él leía un verso. Murió de viejo e ignoramos si con sus restos se hizo una buena barbacoa. Pero, por el tamaño que tiene en el grabado, la cosa prometía.

Clarence, el león bizco

Dicen que Greta Garbo es la mujer que ha tenido la mirada más misteriosa de la historia del cine. También dicen que su magia ocular se debía únicamente a que era bizca, lo cual provocaba un curioso y sugerente efecto al ser retratada por la cámara. Pues si eso servía para una actriz, ¿por qué no también para un animal? Los productores de Daktari, una serie de televisión británica de los años sesenta ambientada en la sabana de Kenia, realizaron un casting con más de vente leones africanos hasta descubrir a Clarence, un ejemplar que, como la Garbo, tenía la «virtud» de ser bizco. Clarence vivió una corta pero intensa fama, ya que murió atragantado dos años después por un hueso. La Garbo, con su retiro, tuvo un final mucho más digno, ¿no creen?

Gianni, el gallo travesti

Parece el título de una comedia seudoerótica italiana de los setenta. y, efectivamente, italiano es el bicho protagonista de esta historia. Un gallo que no los tenía bien puestos. Por eso, cuando su gallinero se quedó sin gallinas a causa de que se las comieron las raposas, él (tal ez con remordimientos por no haber sabido defender a su harén) se puso a empollar los huevos que las difuntas habían dejado. Sus paisanos, que son muy cachondos le pusieron el apodo de travesti por ese motivo, aunque el ave ni se viste de mujer ni nada. Aunque bien podría aplicársele esa frase de: Empolla cómo hombra lo que no supiste proteger como macho.

Pickless, el perro detective

Les presentamos al Sherlock Holmes canino. Espabilado, pero un poco torpe, como podrán ver al final de su historia. En 1966, semanas antes de que se iniciara el Mundial de Fútbol de Inglaterra, alguien robó la copa que debía de servir de trofeo. Ni los mejores detectives de Scotland Yard fueron capaces de dar con ella, hasta que llegó Pickless. Un perro como otro cualquiera hasta esa fecha, que un buen día durante su paseo matutino por un parque londinense, al ir a orinar tras un matorral, tropezó con el trofeo, que el ladrón había dejado allí oculto o abandonado (desconcoemos las motivaciones del malhechor porque nunca fue identificado). Bien es cierto, que Pickless no era consciente de su gran hallazgo, sino que fue su dueño quien realmente cayó en la cuenta de que aquella era la copa buscada. Pero, caprichos del destino, fue el bicho quien se hizo famoso. Pickless fue incluso premiado con el extravgante placer de lamer los platos después del banquete inaugural del mundial. Pocas personas, me atrevo a decir que ninguna incluso, han gozado de tal honor. Lamentablemente, el perro falleció unos años después ahogado por su propia correa cuando perseguía a un gato. Lo dicho, un poco torpe, ¿no?