Desde los nacimientos virginales de algunos tiburones a la transexualidad espontánea de peces, pasando por la copula canibal…Así es el sexo más extraño entre animales (de verdad).

Estos sí que son monos

Debido a que los titís comparten la placenta en el vientre materno, su sangre se mezcla y tienen células de su hermano. Por ello, cuando nace una nueva camada, nadie está seguro de qué células han continuado el linaje. Así, padres y tíos se convierten en progenitores amantísimos, sin importar de quién sean las crías.

Padre sí hay más de uno

La paternidad cambia a más de uno y sorprende a casi todos. Al menos, cuando se habla del pez tejedor (en la foto), que se hace con las mejores hembras si antes ha probado que puede cuidar de su prole adecuadamente. También está el caso del sapo ladrador: se queda con los huevos hasta que eclosionan, mojándolos con su orina para que no pierdan humedad.

Por una cabeza

Según William Brown, de la Universidad de Nueva York: “El macho de la mantis religiosa valora el riesgo de un encuentro sexual y altera su comportamiento para reducirlo. Este depende de factores como oportunidades más seguras de apareamiento, la edad del macho y la calidad de la hembra”.

El sexo como medicina

Los áfidos (pulgones), al igual que los humanos, tienen bacterias dentro de su cuerpo, muchas de las cuales son útiles. Una de ellas, la Hamiltonella defensa, es particularmente valiosa porque mata las larvas de avispa parásita antes de que empiecen a crecer en el interior del cuerpo. Una hembra áfida puede obtener estas bacterias practicando el sexo con machos infectados, y así pasarlas
a sus futuros clones.

Solo sirve para eso

El macho de la hormiga de fuego es, según Dennis Fournier, de la Universidad Libre de Bruselas: “Un espermatozoide con patas”. Mientras la reina fabrica clones de sí misma, los machos solo fertilizan huevos que serán obreras estériles. Los machos adicionales nacen cuando los huevos que pone la reina no contienen nada de su material genético.

Estrategia asexual

Los rotíferos, animales microscópicos que llevan sin sexo 80 millones de años, tienen un truco para enfrentarse a la evolución: la transferencia genética horizontal; es decir, pasar material genético a una célula no descendiente y también recibirlo de ella. Se ha descubierto al analizar el genoma del rotífero Bdelloidea: se halló que estaba abarrotado de genes de bacterias, hongos y plantas.

Beber con pajita

La hembra del gorgojo de la judía (Acanthoscelides obtectus) tiene una costumbre extraña, cuando menos, en
lo que a reproducción se refiere: prefiere beberse el semen del macho antes que usarlo para fertilizar los huevos. Estos van directamente a la vaina de la planta donde se desarrollan. También es bastante extraordinaria, comparada con la del humano, la duración del acto sexual: llegan a los 16 minutos. Las hembras viven unas 5 semanas.

¿Mi marido? ¡En mi útero!

La hembra de la bonelia alberga un harén de machos (hasta 20) en su propio útero. Los “maridos”, que han llegado allí reptando por el cuerpo de la hembra e introduciéndose en su boca, viven como parásitos, con lo que obtienen alimento de la hembra. Pero esta es una relación de beneficios mutuos: la hembra puede fertilizar los huevos sin tener que invertir esfuerzos en buscar pareja.

Sexo sin machos

Investigadores del Field Museum de Chicago han confirmado, mediante análisis genéticos, que una hembra de tiburón pintarroja colilarga dio a luz dos crías sin haber tenido contacto con macho alguno. Esto sugiere que la partenogénesis podría no ser un callejón sin salida de la evolución.