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Esta imagen nos recuerda que allí, en el hielo, se esconden nuestra propia historia y la historia de la Tierra.

Su salud es representativa de la salud de nuestro planeta y nos recuerda aquellos tiempos en los que el hielo cubría buena parte de la Tierra, y también que, más tarde o más temprano, volverá a hacerlo.

Nos recuerda su permanencia y vulnerabilidad. Pero, sobre todo, me recuerda aquellos meses pasados en el interior de la Antártida, ese lugar donde fui porque, quizá recordando a Schackelton, “se percibe el alma desnuda del hombre” o, como decía Cherry-Garrard, porque allí “todo es bello, salvaje y libre; y la belleza es inconcedible, pues es infinita y
atraviesa la eternidad”. Los grandes hielos son el lugar donde resiste la grandeza de la Tierra, la fuerza y fascinación de un mundo que desconocemos y que estamos perdiendo, precisamente porque no somos conscientes de todas sus maravillas. No podemos perder los grandes hielos que aún nos susurran misterio, belleza y aventuras.

Redacción QUO