Un viaje a Belice en 2014 se convirtió, sin quererlo, en el comienzo de un documental que impresiona ver. El entomólogo Piotr Naskrecki decidió hacer unas fotografías en plena selva sin su protector antimosquitos: error. Cientos de ellos fueron a atacarle sin piedad dejando sus brazos llenos de picaduras. Tras su vuelta a casa, en lugar de calmarse el picor que sufría, fue a más e incluso se le hincharon más las zonas que habían sido atacadas, hasta que descubrió pequeños agujeritos en su piel: tenía el parásito de la Mosca de la Muerte o también conocidos como éstridos o reznos.

Este tipo de dípteros son comunes en climas cálidos del centro y sur de América y están especializados en un modo de vida endoparasitario dentro de los tejidos vivos de los animales, y esta vez, había sido Piotr Naskrecki el nuevo anfitrión de estos inusuales huéspedes. Sufría lo que se conoce como Dermatofobia hominis. Lo curioso es que, en lugar de quitarse todas las larvas que encontró, decidió dejar en su piel a dos de ellas, para que siguieran desarrollándose y controlar así su crecimiento bajo la piel: un proceso que duró dos meses y que, según explica, no resultó doloroso, incluso no llegaba a notarlo.

Naskrescki documentó todo el proceso, incluso el tiempo en el que la larva creció ya fuera de su cuerpo hasta convertirse en la conocida como “Mosca de la Muerte”.

Podéis ver el proceso en el siguiente enlace.

Fuente: Science Alert

Alberto Pascual García