Puede parecer Ciencia Ficción, pero no lo es. A pesar de las temperaturas tan gélidas que se registran de media en la zona, de hasta 63 ºC bajo cero, un grupo de científicos de la Universidad Nacional de Australia encontró varios puntos bajo el suelo helado en los que hace una agradable sensación térmica de 25 ºC.

Todos ellos se concentran en el conocido como Monte Erebus, un volcán activo en la isla de Ross, cuyos vapores han ido moldeando en el hielo unas cuevas en las que podría desarrollarse la vida. De hecho, las muestras recuperadas del suelo de estas cuevas han revelado rastros de ADN de musgo, algas y pequeños animales. La mayor parte de ellas se asemejan al material genético de otras plantas y animales de la isla, pero hay ciertas muestras que no han llegado a ser identificadas, lo que podría resultar muy interesante para su investigación, ya que supondría la revelación de nuevas especies de seres vivos.

No es la primera vez que se encuentra vida debajo del hielo. Uno de los investigadores del proyecto, el profesor Craig Cary, de la Universidad de Waikato de Nueva Zelanda, confiesa que ya ha habido otros que han dado con una variedad de bacterias y hongos que sobrevivían en estas cuevas volcánicas, pero ahora puede haber algo más: “Los hallazgos de este nuevo estudio sugieren que podría haber plantas y animales de mayor tamaño”.

Ahora lo importante es comprobar si las muestras tomadas suponen que hubo vida, pero ya dejó de existir, o si todavía es posible que existan seres vivos en las profundidades de estas cuevas. Para ello, afirman que el siguiente paso es echar un vistazo más de cerca, en zonas más profundas, y tratar de identificar a qué organismos pertenece el ADN encontrado. Si se encontraran, apunta el equipo, “se abre una puerta emocionante a un nuevo mundo”.

Más aún, el grupo de investigadores afirma que los volcanes son muy comunes en la Antártida, por lo que este tipo de sistemas subglaciales podrían ser común a lo largo del continente. Un interesante abanico de posibilidades que se abre para los entre 1.000 y 5.000 científicos que viven allí a lo largo de todo el año.

Fuente: BBC

Alberto Pascual García