A los delfines se les acabó la intimidad. Los detalles de su anatomía genital y las no pocas vicisitudes de su cópula han quedado al descubierto gracias a los esfuerzos de dos investigadoras. Sí, esfuerzos. Dara Orbach y Patricia Brennan de las universidades Dalhousie (Canadá) y Mount Holyoke (EE UU) han tenido que desarrollar un imaginativo método para profundizar en el conocimiento de la reproducción de los cetáceos. Hasta ahora, este campo se había centrado en la anatomía de los machos, pero ellas querían averiguar cómo la evolución ha diseñado su forma en sintonía con la de las hembras.

Teniendo en cuenta que estos animales deben aparearse nadando (sin punto de apoyo), oponiendo resistencia a las corrientes y evitando mientras que el agua salada alcance el útero de la hembra, el diseño de su anatomía ofrece un especial interés. En palabras de Orbach “las ballenas, delfines y marsopas tienen pliegues, espirales y recesos vaginales fuera de lo habitual y el pene y el esperma tienen que navegar por ellos para fertilizar con éxito el óvulo”.

Para estudiar cómo lo consiguen, las investigadoras tomaron muestras de delfines, marsopas y focas machos y hembras muertos por causas naturales. Inflaron los penes hasta reproducir una erección y los fijaron químicamente. Después escanearon tanto estos órganos como las vaginas, tanto por separado como interactuando en una cópula. El estudio comparó además los resultados con encuentros sexuales de animales en libertad. A partir de ahí dedujeron que el macho va recorriendo cada pliegue vaginal de la hembra con la punta del pene para llegar a una inseminación con éxito.

Los resultados se han presentado en el encuentro Experimental Biology 2017, celebrado estos días en Chicago. Orbach declaró allí que su trabajo puede aplicarse al campo de la conservación: “Por ejemplo, demostramos que hay puntos anatómicos clave que entran en contacto durante la cópula. La estimulación física de dichos puntos durante la inseminación artificial podría mejorar las probabilidades de concepción”. Según la autora, sus resultados también podrían contribuir a predecir qué encuentros naturales acabarán en fertilización, ya que los machos “tienen que aproximarse sexualmente a las hembras con unos ángulos específicos para que la alineación de sus genitales y la penetración resulten óptimos”.

Pilar Gil Villar