Se dice que la serotonina es la hormona del placer, que la dopamina está vinculada al deseo, que la oxicitocina regula nuestra respuesta al miedo y que la testosterona hace que los machos sean más fuertes, más grandes…y hasta más calvos.
Pero ahora, una nueva investigación realizada por expertos de la Universidad Duke, ha descubiertos que las suricatas (Suricata suricatta) hembras pueden producir más testosterona que los machos. Y no apenas un poco más, sino hasta el doble. Es el único caso conocido en el que los patrones de las hormonas sexuales están revertidos, afirman los autores en el estudio publicado en Nature.

Estos mamíferos viven en grupos de entre 20 y hasta 50 miembros liderados por una hembra, que es la que más muerde, intimida y la que decide quien come y en qué orden, sin importar si se trata de ellos o ellas. Puede recluir del grupo a hembras que han quedado preñadas o matar a las crías de estas. Esta estrategia les permite vivir más tiempo que el resto de las hembras y garantizar que el 80% de las crías supervivientes, sean las suyas.

Para saber si esta alta tasa de testosterona en las hembras tenía alguna consecuencia, otro grupo de científicos, también de Duke, analizó la materia fecal de 37 hembras que viven en en una reserva sudafricana, en estado salvaje. La responsable de esta investigación, Kendra Smyth, descubrió que, independientemente del lugar que ocuparan en el grupo, las hembras con niveles más altos de testosterona, eran también las que tenían mayor cantidad de parásitos.El estudio, publicado en Biology Letters, concuerda con una teoría propuesta en 1992 que señalaba que si bien los machos con altos niveles de hormonas eran los más agresivos, también eran los más sensibles a las infecciones.
Para Smyth “podría ser que los niveles de hormonas debiliten el sistema inmune y eso es algo que analizaremos en el futuro”, afirmó en un comunicado.

Juan Scaliter