A las 8:40 horas de esta mañana un perfecto anillo de luz se dibujaba sobre la cima del Teide. Nada de fenómenos paranormales. El capricho visual surgía de la danza de órbitas entre la Tierra, la Luna y el Sol. Justo a esa hora nuestro satélite se situaba entre la estrella y nosotros. Pero sin taparla por completo, como en los eclipses totales. El brillante círculo aún visible alrededor de su sombra ha dado al fenómeno el nombre de eclipse anular.

Se produce porque tanto la órbita lunar como la nuestra son elípticas y en este momento ambos cuerpos estamos un poco más alejados que en otras ocasiones. Por eso, la circunferencia de la Luna no ha conseguido tapar al Sol por completo.

El proceso de ensombrecimiento ha durado unos tres minutos para cualquier observador situado en la región tropical de África, sur de Indonesia u oeste de Australia, las únicas zonas desde donde ha resultado visible. Pero comenzó en el amanecer del Atlántico y terminará en el atardecer del Índico, con el mejor punto de avistamiento en la costa tanzana. Sus habitantes y turistas serán los últimos en disfrutar un eclipse de Sol este año. Los próximos previstos son otro anular el 27 febrero 2017, observable desde zonas del Atlántico cercanas a Sudamérica y uno total el 21 de agosto del mismo año. En este caso, serán los estadonidenses quienes mirarán al cielo, con los ojos debidamente protegidos, por supuesto.

[image id=»83724″ data-caption=»La línea roja indica la trayectoria del eclipse sobre África. © NASA/Fred Espenak » share=»true» expand=»true» size=»S»]

Pilar Gil Villar