Que John Williams es un compositor genial, eso es algo que está fuera de toda duda. Pero, precisamente por ello, el músico puede ser uno de los principales «culpables» de que los tiburones nos provoquen un pavor infinito. Y es que, aceptémoslo, es escuchar los primeros acordes de la magnífica banda sonora que compuso para el Tiburón de Steven Spielberg, y a la mayoría se nos quitan las ganas de meternos en el mar durante varios veranos.

Quizá lo anterior suene algo exagerado, pero no está demasiado alejado de la realidad. Porque una investigación realizada por un equipo de la Scripps Institution of Oceanography at the University of California, en San Diego, revela que la música que suena en los documentales y en los acuarios influye en la percepción que el público tiene de los tiburones.

Los autores del estudio trabajaron con dos mil voluntarios a los que les hicieron ver dos vídeos de tiburones. la mitad de ellos visionaron imágenes montadas con una melodía musical ominosa (al estilo de la partitura de Williams, para entendernos), y la otra mitad vieron las mismas imágenes, pero arropadas con una melodía más agradable.

Y el resultado fue que los primeros confesaban sentir más temor hacia los tiburones, que los segundos, que tenían una opinión más amable de los escualos. Las implicaciones del estudio van más allá de las conclusiones que puedan sacarse sobre el poder que tiene la música para manipular las emociones, ya que los autores del estudio afirman que puede influir en el apoyo o el rechazo de la opinión pública a las campañas para preservar a estos animales.

Fuente: Plos One. http://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371%2Fjournal.pone.0159279

Vicente Fernández López