Hasta ahora, el loris lento (Nycticebus coucang) era considerado un primate perezoso y adorable. Solo había que mirar esos tiernos ojos grandes para enamorarse de él. Pero una nueva investigación realizada por biólogos de la Universidad de Dartmouth en New Hampshire acaba de tirar esta inocente reputación por los suelos.

Según los resultados del estudio, estos perezosos empinan demasiado el codo. Tanto es así, que se afanan en encontrar el brebaje más potente a su alcance. Para ello catan distintos néctares con contenido en alcohol, hasta hallar el más fuerte. Como el néctar azucarado fermenta en la naturaleza, su contenido calórico aumenta, por lo que es una fuente muy valiosa de energía para ellos.

Para llegar a estas conclusiones, los biólogos ofrecieron a los loris distintos tipos de soluciones azucaradas mezcladas con grandes cantidades de alcohol ¿adivináis cuáles eligieron? Efectivamente, las más fuertes. Pero, mientras que el animal fue inmediatamente atraído por los sustitutos del néctar (que contenían entre el 1% y el 4% de alcohol) el loris lento mostró lo que los investigadores describen como «un rechazo relativo al agua del grifo» (vamos, que no es de los que se bebe hasta el agua de los floreros).

Los loris no fueron los únicos que mostraron preferencias por los brebajes alcohólicos más potentes. Un par de aye-aye también destaparon esta ‘oscura’ afición. De todos modos, hay que recordar que a los animales no les afecta el alcohol de la misma manera que a nosotros.

Fuente: seeker.com

Redacción QUO