Miles de insectos, plantas y otras formas de vida se han encontrado atrapados en depósitos de ámbar, pero un nuevo hallazgo relata un caso que podríamos titular como la Gran Fuga: el insecto que se escapó.
Trabajando sobre un trozo de ámbar del Báltico, de unos 50 millones de años de antigüedad, George Poinar Jr.,ha descubierto un exoesqueleto similar a la de una versión moderna del insecto palo. Las evidencias muestran que al insecto algo le asustó tanto como para dejarse la piel, literalmente, al huir. Y así evitó convertirse en una pieza de museo.
Pero el trozo de ámbar esconde otros tesoros, como el primer hongo que jamás se haya encontrado en ámbar del Báltico, junto con un pelo de un mamífero. Los hallazgos fueron publicados recientemente en Fungal Biology.

“Por lo que podemos ver en este fósil – explica Pinar, Jr. –, la seta muestra pequeños mordiscos, probablemente de un roedor, en la base del tallo. Un insecto, similar a un insectos palo, también habría intentado alimentarse del hongo, pero ambos salieron precipitadamente. Uno dejando su exoesqueleto y el otro un pelo.”
Las plantas, insectos y otros organismos que se encuentran en depósitos de ámbar siempre ofrecen detalles sobre los ecosistemas antiguos. Sin embargo, en raras ocasiones como ésta, también muestran las interacciones entre el hábitat y las diferentes formas de vida.
En el pasado, la región Báltica tenía un clima mucho más cálido que el actual, los dinosaurios se habían extinguido unos pocos millones de años antes, y los mamíferos estaban empezando a diversificarse. El exoesqueleto atrapado en el ámbar está en muy buen estado y muestra filamentos que habrían desaparecido si hubiera pasado más tiempo hasta ser cubierto por la resina. Eso es lo que hace pensar en una huída muy rápida. El insecto propietario de aquella piel se ha extinguido ya, al igual que la seta que representa una nueva especie, pero también un nuevo género.

Juan Scaliter