El trabajo, los estudios o alguna batallita en el amor son algunas de las preocupaciones con las que habitualmente nos acostamos todas las noches. Sin embargo, con frecuencia no somos conscientes de que en nuestra propia cama nos acechan plagas microscópicas capaces de desencadenar reacciones adversas a nuestra salud.

Se trata de los ácaros, artrópodos (de arthron, «articulación»), un orden de seres vivos deben su nombre al caparazón externo que recubre todo su cuerpo.

1. Los ácaros del polvo pueden vivir en la ropa, los colchones, los muebles tapizados e incluso en nosotros mismos. Miden entre 0,2 y 0,5 milímetros y se necesita un microscopio para verlos. No obstante, el poder no es un factor de tamaño, sino de fuerza.

2. Son el principal alérgeno (es decir, que produce alergia) del polvo doméstico, además de ser capaces de desencadenar el asma. Incluso no siendo alérgico, sus adorables excrementos (pueden producir hasta 20 al día) pueden causarte irritación en la nariz o los ojos. Presión facial o congestión pueden ser otros problemas provocados por los ácaros.

3. Están emparentados con las garrapatas y las arañas. Realmente, de las 50.000 especies conocidas, solo un pequeño número se encuentra en nuestros hogares. Según un estudio realizado en casas de niños alérgicos en Santa Marta (Colombia), las principales halladas fueron de la familia Pyroglyphidae (84,58%), de la que destacó la especie Dermatophagoides farinae. Otras especies halladas fueron el D. pterosnyssinus, E. maynei y del género Cheyletus. Tanto los ácaros como las garrapatas pertenecen al género Acari, lo que les convierte en ‘primos de quinto orden’. Y saltando una posición más en el árbol, todos ellos pertenecen a los arácnidos, donde comparten linaje con las arañas y los escorpiones.

4. Sus hogares favoritos son las casas antiguas y las regiones con climas húmedos. Según las recomendaciones de la Asociación Americana del Pulmón, tienes que fijarte si percibes un olor a humedad a moho.

5. Los ácaros se aferran a partículas pesadas para permanecer largo tiempo en el aire y así asentarse en polvo o tejidos como los de las sábanas o las almohadas. “La mayor exposición a los alérgenos de los ácaros del polvo se produce durante el sueño y cuando el polvo se altera mientras hacemos la cama u otro movimiento”, explica la asociación.

6. Para prevenir su aparición, recomienda reducir la humedad de los hogares por debajo del 50%. “En áreas húmedas, el aire acondicionado o los deshumidificadores pueden ser de ayuda”, aconseja. Menos muebles (reduciendo así la probabilidad), la limpieza química de alfombras con benzyl o fregar los suelos de los pisos pueden ser también preventivos para su aparición.

7. Hemos evolucionado juntos. Según un estudio de la Academia de Ciencias de California realizado el año pasado, los ácaros evolucionaron junto al ser humano durante la hominización. A través de un estudio genético de ácaros en personas de todo el mundo, descubrieron que permanecen durante generaciones con familias. Los afroamericanos que vivían en Estados Unidos presentaban generaciones de ácaros que habían vivido en África. “El continente donde se originó la ascendencia de una persona tiende a predecir los tipos de ácaros en sus rostros”, explicó la doctora Michelle Trautwein, conservadora del centro, entomóloga y autora principal del estudio.

8. En cualquier caso, los ácaros existieron mucho antes que el Ardipithecus Ramidus, el homínido que por ahora encabeza la lista de nuestros antepasados más antiguos. Concretamente, hace cuatro años un equipo de investigadores halló dos ácaros biliares de 230 millones de años de antigüedad en un ámbar, lo que sugiere que tal vez nos acecharan mucho antes de que inventáramos las camas.

Redacción QUO