Si más o menos puedes imaginarte el dolor que puede sentir una persona monógama al enterarse de que su compañero le ha sido infiel, puedes ponerte también en las plumas de un gorrión. Los paséridos forman parejas estables y monógamas en cada estación de reproducción, por lo que un desliz puede considerarse una traición en toda regla.

¿Qué hace el pajarito ‘cornudo’ cuando se entera? Vengarse. Para ello, cuando sospecha de que su cónyuge está poniendo sus alas en otro nido, le castiga aportando una menor cantidad de comida al ‘hogar’ familiar. En el caso de los gorriones, los machos son infieles dado que quieren asegurarse la concepción del mayor número de crías posible. Por su parte, las hembras deciden fugarse para aparearse con machos de una mayor calidad genética que sean capaces de producir una mejor descendencia. Según la Universidad de Bristol, los gorriones macho tampoco tienen ningún método para averiguar si todas las crías que hay en un nido son suyas o ‘del butanero’.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores monitorizaron durante más de una década a 200 machos y 194 hembras que formaron 313 parejas monógamas y tuvieron un total de 863 crías. Según explican, algunos «divorcios» entre gorriones se produjeron por infidelidades, aunque la mayoría de las parejas se separaron por la muerte de uno de los cónyuges. Pudieron averiguar el dato de infidelidad gracias a un completo y preciso árbol genealógico que los científicos llevan desarrollando varios años.

El equipo de investigación asegura que la infidelidad de las hembras tiene un coste, ya que estas solo ponen un número limitado de óvulos. Ellos creen que esta práctica es aún una herencia de cuando sus antepasados no eran monógamos.

Fuente: telegraph.co.uk

Redacción QUO