Una nueva investigación sugiere que el dodo (Raphus cucullatus), un ave extinta cuyo nombre ha entrado en la cultura popular como un símbolo de la estupidez, era en realidad bastante inteligente. El trabajo, publicado hoy en el Zoological Journal of the Linnean Society, considera que el tamaño total del cerebro del dodo en relación con su masa corporal estaba a la par con sus más cercanos parientes vivos: palomas, aves cuya capacidad para ser entrenadas implica un moderado nivel de inteligencia. Los investigadores también descubrieron que el dodo tenía un bulbo olfatorio (la parte del cerebro responsable del sentido del olfato) bastante grande, algo extraño en las aves, que por lo general se concentran en su capacidad vista.
El dodo era un ave no voladora de cerca de un metro de altura, endémica de la isla Mauricio en el Océano Índico. Fueron vistas por última vez en 1662. “Cuando la isla fue descubierta a finales de 1500, los dodos no tenían miedo a los humanos y eran conducidos a los barcos para ser usados como carne fresca para los navegantes – explica Eugenia Gold, de la Universidad Stony Brook y autora principal del artículo –. Debido a este comportamiento pasivo y a las especies invasivas que llegaron a la isla, el dodo desapareció menos de 100 años después de la llegada de los humanos. Hoy en día, son casi exclusivamente conocidos por su desaparición, y yo creo que por eso les hemos dado esa fama de tontos.” Desde Alicia en el País de las maravillas hasta Ice Age, hay numerosos ejemplos de esta singular ave relacionada con le estupidez, pese a que la mayor parte de los aspectos de su biología y conducta son desconocidos.
Por ello Gold se propuso intentar responder a esa incógnita. Localizó un cráneo de dodo bien conservado de las colecciones del Museo de Historia Natural de Londres y los sometió a una tomografía computarizada de alta resolución (TC). Luego comparó la imagen con cráneos de siete especies de palomas (desde la más común y callejera a las más exóticas) y con el de el pariente más cercano del dodo, el solitario de Rodrigues (Pezophaps solitaria, un ave que habitaba también islas de Mauricio). Con todas ellas construyó moldes virtuales de los cerebros y, al comparar sus tamaños, descubrió que el cerebro del dodo “no era más grande o más pequeño – señala Gold – sino exactamente del tamaño predecible por su tamaño corporal. Por lo tanto si consideramos el tamaño del cerebro como sustituto de la inteligencia, los dodos probablemente tenían un nivel de inteligencia similar a las palomas. Por supuesto, hay más a la inteligencia que sólo el tamaño total del cerebro, pero esto nos da una medida básica”.
El estudio también reveló que tanto el dodo como el solitario de Rodrigues (también extinto por la actividad humana), tenían grandes bulbos olfatorios. Los autores sugieren que ambas especies eran terrestres, se basaban en el olfato para encontrar su alimento.
«Es realmente sorprendente lo que las nuevas tecnologías pueden aportar a especímenes de museo – concluye el co-autor Mark Norell Macaulay – . Esto pone de relieve la necesidad de mantener y aumentar las colecciones de historia natural en los museos, ya que no se sabe cuál será el siguiente hallazgo.»
Los investigadores también descubrieron una curvatura inusual del canal semicircular del dodo – los órganos de equilibrio situados en el oído. Sin embargo, hasta el momento, no hay una buena hipótesis para esta atípica característica.

Juan Scaliter