Concretamente tenemos 3.040.000.000.000 en todo el mundo, lo que supone que tocamos a 420 árboles por cabeza. Esta cifra acaba de lanzarla en la portada de la revista Nature un equipo de investigadores de quince países dirigidos por Thomas Crowther, de la Universidad de Yale (EEUU). Su importancia reside en que multiplica por ocho el recuento de 400.000 millones con el que se contaba hasta ahora.

¿A qué se debe semejante diferencia? La cifra anterior se basaba en estimaciones según las zonas boscosas y en imágenes de satélite, que distinguen muy bien la superficie arbolada, pero no ofrecen el dato de cuántos troncos se esconden bajo las copas. Y los autores de este estudio han añadido a esa información los datos de informes en los que se habían contado los ejemplares individuales desde el suelo. En total, han tenido en cuenta unas 400.000 zonas boscosas de todo el planeta. De esta forma, elaboraron un modelo informático sobre qué densidad podía haber en cada tipo de bosque y llegaron a ese nuevo número.

La mayoría (1,39 billones) se encuentra en las regiones tropicales y subtropicales, seguidos por los 0,61 billones de las zonas templadas y los 0,74 de las coníferas de zonas árticas, donde la densidad de individuos es mayor. En España tenemos casi 11.400 millones.

Pero los autores no se han quedado en los números. En su artículo advierten también que, desde los albores de la Humanidad, es nuestra actividad la que más modifica el número de árboles y, desde hace unos 11.000 años nos hemos cargado tantos como los que tenemos ahora en el mundo. Ahora mismo, nuestra forma de vida termina con unos 15.000 millones de árboles al año, de los que sólo reponemos 5.000. Teniendo en cuenta la importancia de la vegetación en la captura del CO2 atmósferico y el funcionamiento de los ecosistemas deberíamos replantearnos nuestro trato con los bosques.

De hecho, el estudio lo inspiró la iniciativa juvenil Plants for The Planet. Ellos lideran la Campaña “Mil millones de Árboles” de Naciones Unidas, dirigida a mejorar la calidad de vida de comunidades de todo el mundo a través de los beneficios que proporcionan los árboles. Para evaluar los resultados de sus actividades y establecer objetivos futuros necesitaban saber cuántos árboles había tanto en el mundo como por regiones. Y se encontraron con que las estimaciones no eran muy claras. Cuando consultaron a Crowther, este decidió iniciar el trabajo actual.

Sin embargo, las reacciones de algunos expertos ajenos al estudio se muestran cautelosas con sus resultados. Nathalie Pettorelli, de la Sociedad Zoológica de Londrescomentó al Centro de Periodismo Científico del Reino Unido que “habría que tener en cuenta que estas primeras estimaciones realizadas por Crowther y sus colegas se han elaborado con datos recogidos principalmente en Europa y Norteamérica, y con muy poca información de lugares como la Cuenca del Congo, China, Australia o India”. Considera que cuando se tenga más información sobre estas zonas se debería comprobar que no se han pasado por alto procesos claves que intervienen en la variación espacial de la densidad. Y Martin Lukac, de la Universidad de Reading (Reino Unido) considera que hay muchos márgenes de error en este estudio y que la cifra real podría hallarse entre la propuesta por Crowther y la anterior “o una diez veces superior”.

Pilar Gil Villar