La ciudad de Charleston, en Carolina del Sur, fue el escenario de uno de los fenómenos meteorológicos más espectaculares y, también, de los más difíciles de ver: un arco iris de fuego. Aclaremos primero que ese es el nombre por el que se le conoce popularmente, debido a su aspecto flamígero, que recuerda ligeramente al resplandor de una llama. Pero, en realidad, su nombre científico es de arco circunhorizontal, y solo se produce cuando se una combinación muy singular y rara de condiciones atmosféricas.

En esencia, se trata de un fenómeno causado por el paso de la luz a través de nubes de cirros (un tipo de nube formada por cristales de hielo) situadas a gran altitud. Para que se produzca un arco iris de fuego, el Sol tiene que estar situado también a gran altura, a más de 58º sobre el horizonte, y los cristales de hielo hexagonales que componen las nubes han de estar organizadas en gruesas placas paralelas al suelo.

Si se dan ambos supuestos, cuando la luz solar atraviesa la cara horizontal superior del cristal de hielo y sale por la inferior, se produce la refracción del haz luminoso, como sucede cuando la luz pasa por un prisma. Si los cristales del cirro están alineados perfectamente, toda la sección se ilumina en un espectacular espectro de colores, cómo el de la foto.

Redacción QUO