Si los humanos aún no nos hemos adaptado a la presencia de drones, imaginaros los animales. Según una investigación publicada en la revista Cell Press Current Biology, los osos no salen corriendo cuando ven uno, pero su ritmo cardíaco se acelera considerablemente, un signo de estrés agudo.

Los vehículos aéreos no tripulados se ha convertido en una herramienta valiosa para los conservadores, ya que les permite observar a los animales -incluyendo especies en peligro de extinción- en su hábitat natural manteniendo una distancia prudencial. Pero ahora han descubierto que, si bien los osos negros americanos rara vez se asustan o intentan huir cuando un dron está cerca, si han notado que su ritmo cardíaco se dispara «más allá de lo esperado», explica Mark Ditmer, de la Universidad de Minnesota. «Vimos como la frecuencia cardíaca de un oso aumentaba en un 400 por ciento, desde 41 a 162 latidos por minuto».

Los investigadores habían equipado a los osos negros americanos que viven en el noroeste de Minessota de collares con GPS y marcadores cardíacos que envían un email a los científicos con la ubicación y la frecuencia cardíaca de cada oso cada dos minutos. El vehículo aéreo no tripulado fue añadido para comprobar que el collar daba la localización correcta de cada animal.

Los investigadores alertan que sería recomendable tener en cuenta el estrés adicional que los drones ocasionan sobre la fauna, con el fin de desarrollar mejores prácticas. «Los UAVs tienen un gran potencial para la investigación científica y son grandes herramientas para la conservación o para desalentar a cazadores furtivos. Sin embargo, debemos saber qué especies se sienten atacadas por esta herramienta y si pueden habituarse a su presencia. Debemos ser precavidos».

Sólo hay que ver qué hizo este águila cuando vio que un dron invadía su espacio aéreo.

Fuentes:

phys.org | telegraph.co.uk |

Redacción QUO