Hace 160 millones de años, en el Jurásico, había… ¡dinosaurios! Y ahí nos quedaríamos la mayoría de los mortales, bien instruidos por Spielberg. Pero resulta que los primeros mamíferos ya corrían, según nos enseña hoy la revista Science, sobre sus cabezas y bajo sus pies.

Dos artículos distintos nos hablan de sendas especies, pequeñas como hámsters, de mamaliaformes (parientes extinguidos hace ya tiempo de los mamíferos actuales). Sus fósiles han sido descubiertos en China y analizados por un equipo internacional de la Universidad de Chicago (EEUU) y el Museo de Historia Natural de Beijing (China).

A partir de la forma de sus huesos, el paleontólogo Zhe-Xi Luo, de la universidad americana, y sus colegas han deducido que Agilodocodon y Docofossor ya se habían buscado sus hábitats respectivos hace 160 millones de años. El primero debió de andarse por las ramas, como indican sus pezuñas curvadas en manos y pies, sus codos, muñecas y tobillos flexibles, y una longitud de sus extremidades respecto al cuerpo característica de las especies arbóreas. Ni siquiera necesitaría bajar a menudo, ya que probablemente se alimentaba de sabia, según se deduce de unos dientes perfectamente capaces de horadar los troncos.

Docofossor, por su parte, prefirió vivir bajo tierra. Para ello tenía dedos cortos y anchos, con forma de palas, y unos molares muy parecidos a las del topo dorado africano. Su postura también parece especialmente apropiada para el movimiento subterráneo.

Además, los investigadores destacan que en sus anatomías han detectado características que coinciden con la acción de genes determinados en mamíferos modernos, por lo que sería posible que esos cócteles genéticos hubiesen resultado tan ventajosos evolutivamente que han pervivido hasta nuestros días.

Pero, sobre todo, estas dos especies reivindican la presencia de nuestros parientes en el Jurásico. “Poco a poco vamos conociendo que, a la sombra de los dinosaurios, los mamaliaformes, nuestros primos no tan lejanos, eran mucho más dispares ecológicamente de lo que pensábamos hasta el momento”, Francisco Ortega, paleontólogo y profesor de Biología Evolutiva de la UNED, que no ha participado en los estudios mencionados.

Pilar Gil Villar