El parecido con los canes salvajes reside en sus ojos bien abiertos (incluso para un gato), sus orejas erguidas y, sobre todo, el pelaje. Una mezcla uniforme de blanco y negro sin capa inferior de vello más corto. Esta apariencia es consecuencia de una mutación entre gatos domésticos de pelaje corto de la que se conocen varios casos en todo el mundo. La casualidad quiso que los criadores de gatos Johnny y Britney Gobble, de Tennessee (EEUU) tuvieran noticias en 2010 de dos camadas distintas que la presentaban.Inmediatamente decidieron perpetuarla en una nueva raza a través de cruzamientos y cuidados dirigidos a obtener ejemplares lo más sanos y «alobados» posible.

Para ello los sometieron a análisis genéticos que han confirmado que su mutación no tiene nada que ver con la de los gatos esfinge, con los que también guardan un cierto parecido, y han desentrañado algunos de sus rasgos. La falta de una capa inferior de vello se debe a que algunos de sus folículos capilares carecen de los componentes necesarios para cumplir su función. Los que sí los tienen presentan cierto desequilibrio en las sustancias responsables de reemplazar constantemente el pelo, por lo que este se cae completamente en algunas épocas.

Aunque nacen también en colores azulados y grisáceos (siempre con mezcla de blanco), los Gobble se han centrado desde 2011 en conseguir y propagar los ejemplares negros, con el objetivo de presentarlos a las competiciones internacionales, una vez que la raza sea admitida a concurso. De momento, ya la han registrado en la Asociación Internacional del Gato (TICA). «Hasta ahora, solo he visto ocho gatos que cumplan los estándares», nos escribe Johnny Gobble, refiriendose a un pliego de condiciones por el que se regirán los jurados de futuras competiciones, y que sólo contempla el color negro. Para garantizar la variabilidad genética, han extendido el programa a otros seis criadores de EE UU, Francia y Canadá.

En cuanto a su temperamento, el veterinario estadounidense asegura que «son muy curiosos y manifiestan un intenso instinto cazador». Que también encaja con el parecido al lobo.

Pilar Gil Villar