Viven al sur de la India y son tan pequeños que no consiguen perforar las hojas para alimentarse, como hacen otros miembros de su familia. Se limitan a arañarlas, dejando un entramado de pequeñas trincheras. Pero cuando encuentran un orificio en la superficie verde, se instalan en él y lo acondicionan a base de tabiques construidos con sus propias heces.

Esta es la forma de vida que presentan dos especies desconocidas hasta ahora, descubiertas en la cadena montañosa de los Ghats occidentales. El equipo que las ha estudiado, encabezado por Prathapan Divakaran, entomólogo de la Universidad Agrícola de Kerala, las ha bautizado como Orthaltica zyzygium y Orthaltica terminalia, respectivamente. Y se ha encargado de notificar en un artículo en la revista Zookeys las dos novedades que representa su comportamiento en la gran familia de los escarabajos de las hojas (crisóelidos). Por un lado, el aprovechamiento de agujeros, en muchos casos originados por la merienda de alguno de sus primos, y por otro, el uso de sus excrementos como material de construcción. Este hábito se había registrado en las larvas de otras especies, que fabrican con ellos envolturas en las que desarrollarse.

Los investigadores comprobaron que, aunque normalmente cada individuo vive en un orificio, y lo abandona sólo para alimentarse, cuando la población es numerosa, recurren al sistema de compartir piso y se aislan unos de otros a través de paredes transversales. La intimidad parece ser sagrada también para los escarabajos.

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El aprovechamiento de estos huecos les ofrece la ventaja de poder zafarse hacia la otra cara de la hoja cuando aparece algún enemigo, además de proporcionarles un tono oscuro sobre el que camuflarse, completado por las “trincheras” de alrededor, que se oscurecen con el tiempo. Los autores destacan que este recurso puede resultar un arma de doble filo: si bien engaña a muchos de los depredadores de escarabajos, resultan una pista valiosísima para los coleccionistas humanos que los persiguen.

Pilar Gil Villar